Inés --prefiere obviar su apellido-- es una más de las 14.000 mujeres extremeñas inactivas que han tenido que salir al mercado laboral y convertirse en activas debido a la crisis económica: ama de casa de 52 años, divorciada y madre de un hijo. Después de tres años casada, Inés se separó de su pareja, quedándose a cargo de su hijo. Este hecho, unido al entorno de crisis económica, la llevó a buscar empleo para subsistir. En los últimos años ha trabajado en Las Hermanas de la Caridad, en el Ayuntamiento de Cáceres y como limpiadora en distintas casas particulares, pero desde hace seis meses no encuentra una nueva oportunidad laboral. El único sueldo que recibe es una prestación por desempleo de 426 euros mensuales, insuficiente para tirar de su hogar.

Ella asegura que la situación está muy mal, que no la llaman de ningún sitio para trabajar, en parte también por la llegada de inmigrantes al país en busca de un futuro mejor, y "en plena crisis esto es un factor decisivo". Como muchas personas desempleadas, ella se queja de la precariedad del empleo femenino y de las desigualdades de salario entre hombre y mujeres. Para Inés,"el trabajo dignifica a la persona y es necesario para vivir", por ello seguirá luchando para que el sacrificio de la ama de casa sea reconocido tanto por las autoridades como por la sociedad.