El libro Puentes de Extremadura rinde homenaje a esta infraestructura desde una perspectiva técnica, artística, cultural y social, y pretende con 200 fotografías acercar al lector el alma de este patrimonio desconocido. Así lo explica Santiago Hernández, decano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, y autor junto a su hijo de los textos de la obra, cuyas fotografías pertenecen a José Luis Rivero.

El volumen contiene 43 puentes sobre el río Tajo y el Guadiana y sus afluentes, destacando su valor histórico y su sentido arquitectónico, desde el romano de Alcántara, considerado uno de los mejores del mundo, a otros más modernos como el Lusitania de Mérida, según informa la agencia Efe.

Tras más de un año de trabajo, Santiago Hernández resalta que este libro que da a conocer un patrimonio poco conocido, porque, salvos los urbanos, el resto no son visibles a los ojos de quienes lo utilizan. "Descubrimos algo que puede ser objeto de satisfacción, de disfrute, de arte, e incluso de contemplación turística", indica el autor para quien "cada uno de ellos nos cuenta historia, son testigos del paso de los años" y, en algunos casos, atesoran récord mundiales.

Detalla que donde hay un puente, en ocasiones no sólo hay uno, sino varios, lo que representa el estado de la técnica, de la sociedad, de las actividades económicas y cómo ha evolucionado, a lo largo de los años, la propia sociedad.

Asimismo, Hernández subraya que no se trata de un libro para especialistas, sino que puede gustar a los interesados en el arte, en la naturaleza y a los técnicos, porque presenta los puentes desde ángulos que no se suelen ver, pero también a la población en general, "porque nos cuenta historias" y permite "disfrutar del paisaje".

Por su parte, el consejero de Fomento, José Luis Quintana, declara que trata de poner en valor el extenso y valioso patrimonio de los puentes de la región, entre los que ha destacado el de Alcántara, "uno de los mejores del mundo", el romano de Mérida, con 800 metros de longitud y 60 arcos, y el del Cardenal, en el Parque Nacional de Monfragüe. Por último, apostilla que la calidad de las fotografías que lo ilustran, así como el hecho de que sus autores hayan plasmado la fauna autóctona en las imágenes, "como si el espectador se inmiscuyera silenciosamente en el entorno sin ser visto".