Tan lejos y tan cerca. Fukushima, a 7.000 kilómetros; la Central Nuclear de Almaraz a tan solo un kilómetro y medio de sus casas. Preocupación, sí, por lo que ocurre allí. Pero tranquilidad, confianza y seguridad, también, respecto a lo que tienen aquí. Para los vecinos de Almaraz, el municipio cacereño donde se encuentra la única planta nuclear en funcionamiento en Extremadura, la amenaza que se cierne sobre Japón es ajena a sus vidas. Sus cerca de 1.500 habitantes viven más pendientes de los problemas cotidianos que de las posibles implicaciones que pueda tener lo que ocurre en Asia.

"Ya apenas se habla de eso. Sí, los primeros días, pero por la tragedia humana, por las miles de vidas que se ha llevado por delante el seísmo", comenta José Carlos Salas, responsable de la biblioteca municipal. La climatología invita al paseo y muchos almaraceños patean el municipio y su entorno. "En Almaraz se han sentido al menos dos terremotos en las últimas décadas, pero muy débiles y sin repercusiones sobre la central. La gente está tranquila", dice.

"Nos sentimos muy seguros. Riesgo siempre hay, pero nunca ha habido problemas por la nuclear y nadie tiene miedo. Si lo tuviesen no vivirían aquí", explica Angel Fernández, hoy jubilado, pero durante 26 años administrativo de la planta eléctrica.

Toros, fútbol y paro

Ni en los corrillos ni en los bares se menciona Fukushima. En el Hostal Portugal II la atención está puesta en el inicio de la temporada taurina. Hay una decena de parroquianos, la mayoría pendientes de la televisión, donde Manuel Jesús El Cid y Miguel Angel Perera tratan de abrir a capotazos la puerta grande de la plaza de Valencia, en fiestas por Las Fallas. En algún momento alguien recuerda que es fin de semana de derbi en Primera División y otras conversaciones giran en torno a los quehaceres diarios, el trabajo, la familia o los planes para el sábado noche. O de la natalidad, como en el Café Bar El Verato. "Ni siquiera prestan mucha atención a las noticias de ese tema cuando leen el periódico", atestigua el camarero del primero de estos establecimientos.

Tampoco en La Kasa de Elo, el comercio donde se vende la prensa --además de productos de alimentación-- han detectado una preocupación especial entre sus clientes por la situación de Japón. "Tenemos asumido que vivimos junto a una central. Incluso tuvo más repercusión lo de Haití que esto. Aquí el riesgo de un terremoto tan fuerte es casi nulo y lo que la gente querría es que pusieran central más al lado para poder trabajar", comenta Elo, la propietaria. Porque en n Almaraz, como en gran parte del país, el desempleo es la gran preocupación ciudadana. La central, con 800 empleados en plantilla y otro millar más en las recargas de combustible, no absorbe todp el paro del municipio. "Cada vez tenemos gente con mayor cualificación, pero ellos recurren a trabajadores de fuera", se queja la alcaldesa, Sabina Hernández.

Pero lo cierto es que la instalación es vital para la localidad. La planta deja mucho dinero en las arcas municipales en concepto de impuestos. Por eso el presupuesto local es de casi 7 millones de euros y por eso el consistorio puede tener más de un centenar de empleados.

"La población no ha reaccionado reaciamente hacia la central por lo que está ocurriendo en Japón. Sí hay un sentimiento de pesar por las consecuencias humanitarias, pero nada más", explica la regidora, que matiza que "algún vecino, gente mayor, vino al ayuntamiento al principio de la semana a informarse de si podía ocurrir aquí".

Reunión con el CSN

No obstante, lo que está sucediendo en Fukushima sí afecta al ayuntamiento, que forma parte de la Asociación de Municipios en Areas con Centrales Nucleares (AMAC). Esta organización, con la presencia de Sabina Hernández, se reunirá con el Consejo de Seguridad Nuclear el día 29 para conocer las pruebas que van a realizar las instalaciones españolas. "No sé si seríamos capaces de hacer una evacuación tan organizada como ellos. Tenemos algunas vías, de las recogidas en el Plan de Emergencia, en mal estado y que Protección Civil debe acondicionar", se queja y denuncia la edil.

Hoy la central nuclear es un vecino más de Almaraz. "Es muy segura. No ha pasado nada en 30 años", conviene Manuela, responsable de Miel Puerto Miravete, una empresa dedicada a la apicultura en el municipio. "La universidad se lleva muestras de miel para analizarlas y nunca ha salido nada; está buenísima", dice, de vuelta a casa tras pasear cerca de la instalación. "Aquí eso nunca pasaría", zanja uno de los jubilados que, con los dos reactores a sus espaldas, pasan la tarde placidamente jugando a la petanca.