Alas diez de la noche del pasado domingo 14 de octubre la Unidad II de la central nuclear de Almaraz se desconectaba de la red eléctrica. Finalizaba así un ciclo de más de 500 días ininterrumpidos de producción de electricidad en este reactor al tiempo que comenzaba el periodo de recarga de combustible, el de mayor actividad dentro del funcionamiento normal de cualquier central nuclear.

La parada de recarga iniciada a mediados de este mes en Almaraz es la trigésimo quinta que se realiza en los 26 años que lleva operativa la planta y la décimo séptima de la Unidad II. La cifra de empresas que toman parte en estas tareas, más de medio centenar, y el de trabajadores contratados exclusivamente para ejecutarlas, unos 1.300, dan una idea de la intensa actividad que se desarrolla estos días en la central cacereña. Cuando acabe la recarga --el reacoplamiento a la red está previsto el 21 de noviembre--, se habrán completado 400.000 horas de trabajo.

En el capítulo económico, las labores de mantenimiento e inspección supondrán para las empresas propietarias de la central un desembolso de entre 15 y 18 millones de euros, a los que hay que añadir lo que se invertirá en mejorar las instalaciones, sustituyendo o añadiendo distintos equipos. Solo dos de las operaciones previstas, acoplar a la Unidad II el quinto generador diesel y el cambio de los separadores recalentadores de humedad, supondrán alrededor de 41 millones de euros.

A diferencia de una central hidroeléctrica o de una planta de gas de ciclo combinado, las nucleares no necesitan un aporte continuo de combustible. Es cada año y medio cuando paran su actividad con el fin de sustituir parte de los elementos que permiten realizar el proceso de fisión nuclear. Este periodo, que se prolonga aproximadamente un mes, es aprovechado también para desarrollar todo tipo de operaciones de mantenimiento que con la central en marcha sería imposible efectuar.

CAMBIO DE COMBUSTIBLE El consumo anual de una central viene a ser de unas treinta toneladas de uranio. Este mineral ha dejado de extraerse en España, por lo que tiene que importarse en su totalidad. La última mina en cerrar, a fines del 2002, fue la de Saelices el Chico (Salamanca). En España solo se realiza la última parte del proceso de producción del combustible. Es en la fábrica que Enusa tiene en Juzbado, también en Salamanca, donde a estos elementos se les da su disposición final.

En cada una de las dos vasijas que albergan los reactores de Almaraz hay 157 elementos de combustible y cada uno de ellos contiene a su vez 264 varillas con uranio. Se trata de unas vainas tubulares metálicas en las que se introducen las pastillas de material enriquecido con U235, uno de los tres isótopos que tiene este mineral. Cuando se realiza la fisión, las varillas emiten gran cantidad de calor que es transmitido al agua que lasenvuelve. Ésta, a su vez, calientaun circuito secundario de aguaque es el que genera el vapor conel que se produce, gracias a un sistemade turbinas, la electricidad.Estos elementos de combustiblemiden unos cuatro metrosde alto y pesan unos 600 kilos.Sumando gastos directos e indirectos,cada una de ellos cuestaen torno al millón de euros. Suvida útil es de cuatro años y medio,por lo que en una recargaúnicamente se cambian en tornoa un tercio de ellos –en estaocasión se remplazan 64–.

Un vez sustituido, el combustiblegastado se traslada a unaspiscinas de un intenso colorazul. El agua que contienen hasido tratada para conseguir quelos elementos se enfríen progresivamentee impedir que emitanradiactividad al exterior. Estosresiduos de alta actividad son losque irán a parar al futuro AlmacénTemporal Centralizado(ATC), previsto para el 2010, perocuyo emplazamiento sigue siendouna incógnita –el asunto parecehaberse aparcado hasta pasadaslas elecciones–. De momento,las piscinas de combustiblede Almaraz albergan todo elmaterial cambiado en su treintenay media de recargas, si bienninguna de ellas ha alcanzadoaún el 60% de capacidad de almacenaje.al ritmo actual, no sesaturarían hasta el 2022.Una parte de los trabajadoresque acuden estos días a Almarazson recargueros, especialistas quese desplazan de una central aotra a medida que éstas van parandopara hacer una recarga.“Pronto empezarán a irse algunosporque empieza la de Ascó”,explicaba hace una semana el directorde la Central Nuclear deAlmaraz, José María Bernaldo deQuirós. Sin embargo, la mayorparte de los trabajadores, sobretodo los destinados a tareas sincualificación determinada, procedende la zona de Almaraz yson contratados a través de losayuntamientos de la comarca.Bernaldo de Quirós insiste en laseguridad radiológica de todaslas operaciones que se desarrollanen Almaraz y en que se respetaescrupulosamente la normativatanto en lo referente a laduración de los turnos como enprevención de riesgos laborales.“La condición radiológica de estacentral es buenísima. Me preocupamás la seguridad industrialconvencional. La radiológica esmenos problemática”, afirma.