Aunque la sequía aún no es excesivamente prolongada y todavía es pronto para compararla con la de otros años, sus efectos sobre la agricultura empiezan a ser patentes. A punto de comenzar la campaña de recogida de aceituna para la elaboración de aceite, los productores aseguran que la falta de lluvias puede mermar el rendimiento de los olivos. "A día de hoy los árboles están arrugados, como si fuese verano, y la aceituna, que debería encontrarse en su mejor momento, también se está comenzando a arrugar con las eladas de los últimos días", comenta Javier Fernández, gerente de la Cooperativa Olivarera de Cabeza del Buey.

En las almazaras temen, por experiencia, que la falta de humedad en el fruto complique las labores de trituración. "Estoy convencido de que por esta cuestión se van a entregar menos kilos de aceituna", comenta Fernández, que además teme que todo ello se traslade a la calidad del aceite: "Es fácil que se reduzca la calidad y que nos encontremos con aceites excesivamente ácidos o, por contra, demasiado planos, sin intensidad". Aunque él no pierde la esperanza y espera que "las lluvias previstas para la próxima semana sirvan para recuperar un poco la situación de los olivos y de las aceitunas".

Pero el sector olivarero extremeño no es el único afectado por la ausencia de precipitaciones desde los primeros días del mes de mayo. Los expertos consideran que la campaña de castañas también se ha visto ligeramente perjudicada, ya que la humedad contribuye a que el tamaño de estos frutos sean mayores. Además, puede originar ciertos retrasos en las cosechas de hortalizas y otros productos de la huerta propios del invierno, como los repollos y la coliflor.

Asimismo, esta situación está mermando una de las actividades con más aficionados en estas fechas, la recogida de setas y hongos. Los aficionados a la micología encuentran más problemas a la hora de buscar especies como el níscalo, que crecen con mayor rapidez sobre suelos húmedos.