Quien tiene un amigo, tiene un tesoro, y si este amigo es, además, un mando de la Guardia Civil, mejor que mejor. Al menos eso es lo que debía pensar el exjefe de Tráfico de Trujillo, el brigada José Padilla, a tenor de las quejas que contra él presentaron 14 empresarios, y que dieron lugar a una denuncia interna de los guardia civiles trujillanos que ocasionó, primero, la apertura de un expediente y, después, un proceso judicial con imputación a Padilla de tres delitos continuados de extorsión.

El modo de actuar del brigada siempre tenía la misma base: obtener prebendas personales de todo tipo a cambio de dar protección , según relataron los afectados a los guardias. En caso de negativa, el empresario se encontraba con una velada amenaza: "Siempre es bueno ser amigo de un mando de la Guardia Civil".

Fuentes de la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC) indicaron que el requerimiento de favores incluía negocios tan diversos como talleres, constructoras o restaurantes.

Así, cuando el coche de Padilla requería alguna reparación, se recomendaba al propietario del taller, según las quejas recogidas, cargar el importe del trabajo en la factura de un coche patrulla. Si el empresario se negaba, recibía la advertencia.

En cuanto a las constructoras, se les invitaba a donar materiales para el chalé del ahora procesado. Un rechazo a esta invitación también traía aparejado un aviso inequívoco: se recordaba al constructor que tenía muchos camiones en la carretera y que, claro, enemistarse con Tráfico, podía tener sus consecuencias nada agradables.

En cuanto al restaurante, según la AUGC, el detonante fue el despido de la mujer de Padilla. A partir de ahí, una de las propietarias del establecimiento fue sometida a un riguroso marcaje hasta que se consiguió cogerla en un renuncio y... multa al canto.

Estas quejas, expresadas a los guardias, fueron trasladadas por éstos al comandante, que requirió el testimonio de los afectados, ratificándose 14 de ellos en lo dicho. Sin embargo, el brigada, al ver que la situación se complicaba, comenzó a pagar sus deudas con los empresarios.

Con tres de ellos no llegó a hacerse efectivo este arrepentimiento espontáneo , de manera que mantuvieron y ratificaron ante la juez la denuncia que, de momento, ha hecho perder a Padilla su destino.