Socio fundador de la empresa Area Abogados y Asesores, Angel Luis Gómez es también el máximo responsable de la Asociación de Jóvenes Emprendedores y Empresarios (AJE) de Extremadura y el secretario general de la confederación que agrupa a las organizaciones de jóvenes empresarios a nivel nacional, responsabilidades a las desde hace apenas unas semanas suma la de ser miembro de la junta directiva de la CEOE.

--¿Qué supone para usted entrar a formar parte de la junta directiva de la CEOE?

--Ante todo es una oportunidad y una responsabilidad. Es una oportunidad porque visibiliza un cambio de tendencia en una organización que ha sido poco dada tradicionalmente a las novedades y a los cambios estructurales, pero en la que ahora se está apostando por el talento joven y los jóvenes empresarios. Y es una gran responsabilidad porque es aquí donde podemos hacer las reivindicaciones que a los jóvenes empresarios nos interesa hacer.

--¿Cree que hasta ahora se ha tenido poco en cuenta a los jóvenes en las organizaciones empresariales?

--Es obvio, solo hay que mirar la media de edad de los representantes empresariales, a nivel nacional y territorial. Ha sido en los últimos tres o cuatro años cuando hemos podido ir adquiriendo pequeños espacios donde ser oídos. En este ámbito sigue faltando juventud, lo que no quiere decir que sobre veteranía. No obstante, es cierto que hay un cambio de tendencia y una apuesta decidida por un modelo de empresario y de empresa distintos, porque los empresarios de menos de 41 años, que son los que nosotros representamos, suponen un modelo que es, cuando menos, diferente al tradicional.

--En febrero también llegó a la secretaría general de Ceaje --la confederación que agrupa a las asociaciones territoriales de jóvenes empresarios--, ¿considera que de alguna forma ambos nombramientos son también un reconocimiento a la labor de AJE Extremadura?

--Por supuesto. Esto mucho más que un logro individual es fruto del trabajo de mucha gente. Soy solo el rostro, la punta del iceberg, de las aptitudes y de las actitudes que hay en nuestra comunidad y me siento muy orgulloso de liderar una asociación que, como la de Extremadura, con el tiempo ha ido conquistando hitos muy importantes de independencia y que representa valores como la pasión o la ilusión. Nosotros éramos de las AJEs más pequeñas. En el 2008 apenas tenía treinta asociados y hoy está por encima de los doscientos. En unos años tan difíciles hemos conseguido crecer y ser un modelo de funcionamiento aportando valor, innovando, proponiendo, reivindicando y siendo muy dueños de nuestros proyectos. Ceaje es una organización con treinta años de historia y nunca un extremeño había estado en uno de los puestos de más peso de esta organización. Y eso no es mérito mío, es el reconocimiento a la labor de mucha gente que hemos colaborado de una forma desinteresada, quitándole tiempo a nuestras familias y a nuestras empresas

--¿Cuáles son las principales demandas de los jóvenes empresarios en estos momentos?

--Tanto desde Ceaje como desde AJE Extremadura hemos sido muy reivindicativos pero muy constructivos, con propuestas muy tangibles, estudiadas y estructuradas. Nuestro planteamiento se dirige tanto hacia dentro como hacia fuera. En relación al primer aspecto, creemos que el principal hito que debemos conseguir las organizaciones es ser independientes, lo que implica que la financiación sea fruto de lo que sean capaces de generar, es decir, de las cuotas y de los proyectos que desarrollen. Tenemos que ser útiles a nuestros asociados y al entorno al que nos dirigimos, porque las asociaciones sirven si sirven a aquellos que forma parte de ellas. Todo esto no es fácil, porque estábamos acostumbrados a asociaciones sustentadas en subvenciones, que apoyaban gran parte de sus presupuestos en lo público.

Hacia fuera, los jóvenes empresarios hemos trabajado cuatro puntos fundamentales. En primer lugar, el fomento de la cultura emprendedora de forma que sean los empresarios los protagonistas de su generación en los distintos niveles educativos de nuestro país. Desde el punto de vista fiscal, seguimos reivindicando modelos como los que hay en otros países en los que el emprendedor, el autónomo, paga proporcionalmente a sus ingresos o incluso tiene periodos de carencia. También pedimos que se vincule la fiscalidad al tema laboral. Aquí nos importa mucho más el abaratamiento de la contratación y del sostenimiento del empleo, para los que pedimos beneficios fiscales, que el abaratamiento del despido. También en el ámbito laboral, consideramos que hay que simplificar de una vez por todas el mercado de contratos laborales, que sigue siendo muy complejo.

En cuanto al crédito, defendemos un gran pacto en el que tomen parte empresarios, entidades bancarias y sociedades públicas orientadas al emprendimiento. Seguimos con un problema de financiación y sin flujo de dinero es muy difícil que la actividad económica fluya.

--Y, en este sentido, ¿qué espera de la ley de emprendedores que acaba de aprobar el Consejo de Ministros?

--Lo primero que hay que decir es que aún sigue siendo un anuncio de un anteproyecto por parte del Consejo de Ministros, por lo que el proceso hasta que se haga realidad aún llevará el tiempo. Esta ley ha tardado mucho en salir y tal vez llegue ya con cierto retraso sobre cuando hubiese sido su momento más deseable. Llevamos ya dos años escuchando anuncios. Dicho esto, tiene contenidos que recogen muchas reivindicaciones históricas de la parte empresarial como son el tema del IVA --que podrá pagarse cuando se cobre la factura, no cuando se emita-- o la reducción de trabas burocráticas, con un nuevo intento de una ventanilla única telemática que agilice todo lo que es la constitución de sociedades. No obstante, en este punto, se señalan algunas de las plataformas que existen ya en algún ministerio, por lo que la cuestión es qué van a hacer

ahora distinto para que lo que existía y no funcionaba comience a funcionar. En el lado positivo, también está que se arbitran mecanismos de concurso extrajudicial para gestionar de forma mucho más económica y ágil el sobreendeudamiento de las pymes y autónomos, y el apoyo a la internacionalización. Con todo, si me tuviera que quedar con una cosa, es con la limitación de responsabilidades patrimoniales de la actividad empresarial autónoma. Eso está bastante especificado. Otras medidas tienen mucho de declaración de intenciones y habrá que ver cuál es su desarrollo y concreción.

La gran sombra de la ley es que aunque menciona todo el tema de financiación, incluso apunta al Mercado Alternativo Bursátil o habla del ICO para inyectar liquidez, no se concreta. Debería haberse hecho hincapié en aspectos como que los fondos del ICO lleguen a las pymes o poner en valor las sociedades de garantía recíproca que no están funcionando como debieran. Y esta ley podría haber establecido una serie de criterios para que se dotara de eficiencia a estos sistemas de garantía pública. El problema del crédito ya no es tanto de liquidez de las entidades bancarias como de riesgo. No es que no se tenga dinero para prestar, sino que prefieren dejárselo al sector público, porque ganan mucho más, financiándose al 1% y vendiendo al 4%, sin mucha complicación y con garantía. Es un problema de riesgo, que debería compartirse con el Estado y las propias entidades bancarias.

--¿Qué le parecen las medidas de apoyo al emprendimiento que se están poniendo en marcha en Extremadura?

--De positivo tienen que ponen el foco en la generación de la empresa como un activo real, como los verdaderos generadores de empleo de nuestro país. El problema es que muchas de las medidas que semana a semana se van poniendo en marcha están acotadas a edades. Hemos sacado un plan de autónomos para menores de treinta años, fomentando el empleo joven y, siendo esta una medida necesaria, la edad media del emprendimiento en España está por encima de los 37 años. Las medidas que quieran fomentar el autoempleo en menores de 30 tienen mucho más de estructural y de cambio de modelo productivo que de eficiencia real y en el corto plazo. Otra cosa en la que hacemos hincapié es que desarrollar una actividad empresarial para nosotros debe tener un componente vocacional ineludible. No se trata de que todo el mundo tenga que hacerse ahora empresario a la fuerza sino que tiene que haber una vocación, porque el camino es complicado, duro y difícil y requiere de convicción, de fe y de creatividad. De la noche a la mañana no podemos tener empresarios como salida de emergencia, porque eso puede generar una bolsa de frustraciones a medio plazo. Las medidas que desde el Gobierno de Extremadura se están intentando adoptar marcan un camino, pero mientras los mecanismos de gestión sigan los mismos cauces, su eficiencia va a estar muy atenuada. No se trata de invertir más, sino de hacerlo mejor. No se trata tanto de inventar cosas nuevas como de ver, de lo que hacíamos, qué es lo que funcionaba y qué es lo que no y por qué. Y al final, lo más importante, hay que contar con aquellos que van a ser objetos de nuestras medidas. No se debe hacer política de emprendimiento puramente de oídas.