TAtllá donde el suministro de papel higiénico está restringido, donde los expresidentes fallecidos se aparecen a sus sucesores reencarnados en "pajaritos chiquiticos", allá, en tierras venezolanas, resulta que ahora quieren legislar hasta sobre la lactancia materna. Vamos, que el partido de gobierno, el Partido Socialista de Nicolás Maduro , está promulgando una ley para la "promoción y protección de la lactancia materna", a través de la cual tratan de obligar a las madres a que den el pecho a sus hijos, arrebatándoseles la posibilidad del uso del biberón y la leche de fórmula, esto es, la leche en polvo para bebés.

No se pretende fomentar la lactancia materna. Para esto no sería necesaria una ley sino una campaña de concienciación acerca de las bondades de la leche materna para el recién nacido y los niños de hasta dos años. En este sentido, podrían utilizar un estudio de la Organización Mundial de la Salud que defiende lo saludable del consumo de leche materna, y que podría surtirles de datos científicos con los que defender sus tesis. Pero no, en lugar de optar por esto, por ofrecer información a las madres y que sean ellas quienes decidan cómo enfocan el periodo lactante de sus hijos, han preferido acudir a la vía legislativa, para poder castigar a quien recurra al biberón y la leche de fórmula, previéndose, incluso, sanciones económicas que gravarán a quien ose enchufarle al pequeño de turno un bibi con leche de fórmula o a quien publicite esa alternativa a la leche materna. Con entre 255 y 38.200 euros podrían multar a quien opte por los teteros, tetinas o chupones, en lugar de por dejar que los chiqueninos se nutran con la leche que pueda brotar de los senos de sus respectivas mamás.

XEL TEMAx podría tomarse a broma, pero es bastante serio, porque demuestra hasta qué punto el gobierno, y el partido que lo sustenta, pretenden inmiscuirse en la vida de los venezolanos. Y es que no se contentan ni siquiera con imponer su opresivo ideal de lactancia, poco menos que criminalizando a las mujeres que deciden alimentar a sus bebés a través del biberón, sino que van más allá, atreviéndose a trazar escalas de amor maternal en función de si la mamá da al niño la teta o el biberón.

Lo esperpéntico del asunto no le resta gravedad. Se pretende limitar la libertad de las madres para alimentar a sus hijos y se las juzga moralmente por ejercer su maternidad libremente. Y no hay derecho ni a lo uno ni a lo otro. Ni los gobiernos ni los parlamentos tienen potestad para coartar la libertad individual de los sujetos, como tratan de hacer los órganos legislativo y ejecutivo en Venezuela con este asunto. Aunque se arroguen competencias sobre las libertades individuales, no las tienen. Cualquier individuo libre de cualquier rincón del orbe debería revelarse contra el intervencionismo gubernamental y el afán de ciertos políticos por administrar hasta el plano más íntimo de la vida de las personas. Algunos de ellos llevan tantos años enganchados a la ubre del Estado, mamando con ansia del erario público, que igual piensan que la subsistencia sin alguien que te amamante es imposible. Si Chávez levantara la cabeza... seguro que aplaudiría y premiaría a sus acólitos por una iniciativa tan bolivariana, socialista y anti-imperilista.