TEtn el mundo tiene que haber de todo. Da igual donde vivamos, dondequiera que habitemos nos vemos rodeados de multitud de especies de esos que creemos son nuestros semejantes. Creemos, digo, porque algunos son bien distintos a nosotros. Vamos, que se nos parecen menos de lo que se asemejan un huevo y una castaña. Y vale, es cierto que puede que a nosotros no se parezcan y, sin embargo, a otra persona sí, o, incluso, a otro animal, que ya saben lo que dicen de los perros y los amos de los canes: visto el dogo, conocido el propietario, y viceversa. Pero que hay gente peculiar por ahí, que sí, que es así, visto y comprobado. E, igual que lo sé yo, lo saben ustedes. Y no por adivinación, sino por las lecciones de esa maestra entre maestras que es la experiencia. Cada ser humano tiene unas características, unos rasgos que lo definen, que lo hacen más proclive al triunfo o el fracaso en uno u otro ámbito, a cosechar más o menos éxitos en las relaciones sociales, amorosas, laborales, etcétera.

Y es que, en el género humano, hay gente que merece la pena y personas poco recomendables. Lo difícil, a veces, es cribar y apartar el grano de la paja, separándonos de quienes no nos convienen y acercándonos a las personas que realmente nos aportan cosas buenas. O lo que es lo mismo: alejándonos de lo negativo, de lo nocivo, de lo tóxico, y aproximándonos a lo que nos resulta beneficioso, a lo que es verdaderamente positivo para nuestra salud mental, y también física, que, por cierto, está muy condicionada por el estado de la cocorota. Habría para escribir un libro hablando de unos y otros prototipos de seres humanos. Pero hoy quiero llamar la atención sobre uno en particular, bastante peligroso por lo falso y camaleónico que es: el bienqueda.

El bienquedismo, que es la actividad que desarrollan estos sujetos, se caracteriza por tratar de quedar bien, sea cual sea el precio, con todo el mundo. El bienqueda se diferencia de la persona educada, conocedora de las normas de urbanidad que favorecen la buena convivencia, en que el ser cívico actúa por principios, con educación y cordialidad, porque cree en las relaciones sociales sanas, respeta al otro y se siente bien procediendo con honradez, cordura y sentido común.

XPOR CONTRA,x el bienqueda no actúa con naturalidad. Lo piensa y repiensa todo antes de pronunciarse. No tiene dignidad: no le importa convertirse en alfombra de otros. Es especialista en alabanzas, lisonjas, grandes aspavientos y peloteos varios. Sabe comerle la oreja al personal: sólo dice lo que tiene la certeza que agradará. De principios, anda escaso. Quedar bien es su principal objetivo, su meta, su fin, el único mandamiento de sus Tablas de la Ley. Estén alerta, guárdense de ellos, porque no son rara avis, porque hay ámbitos en los que proliferan, como las cucaracha en una alcantarilla, y lo peor de todo es que son capaces de cualquier cosa con tal de medrar.

Twitter: AGalvanGonzalez