TAt veces, la capacidad de movilización ciudadana queda oscurecida por convocatorias de partidos políticos, sindicatos u otras organizaciones que gravitan en torno al poder. El objeto finalista e interesado de dichas convocatorias diluye la voluntad ciudadana en las consignas partidistas, y la fuerza del ejercicio de la ciudadanía se evapora habitualmente como consecuencia de ello, y de las siempre absurdas y reiterativas discusiones de cifras.

Hace unos días, desaparecía en Badajoz un anciano con Alzheimer. Y, sin que ninguna organización llamase a la participación, comenzó a extenderse por las redes sociales, y a través de los servicios de mensajería instantánea, una fotografía de Francisco Torres González, que así se llama el vecino del barrio de San Roque desaparecido. Después, empezaron a distribuirse carteles con su imagen por la ciudad. Los medios de comunicación ejercieron su papel más social y solidario, difundiendo la fotografía de Francisco, y están informando cumplidamente acerca de los detalles de la desaparición y las novedades de la investigación. Y, durante este tiempo, los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado no han dejado de hacer pesquisas para localizar el paradero del anciano ni de desarrollar las acciones de búsqueda emprendidas. Ante un hecho desgraciado, ante un suceso aciago, la ciudadanía, la sociedad civil, se une, una vez más, y trabaja en favor de causa común, remando en una misma dirección y sin esperar nada a cambio. Todo por una persona, por un ser humano y por una familia. No por un asunto de confrontación o lucha partidista, ni por la persecución egoísta de una meta. No. Por una persona. Nada más y nada menos que por una persona.

Esto nos demuestra que, a pesar de las decepciones que nos llevamos los seres humanos con nuestros semejantes, siempre hay lugar para la esperanza. Porque el ser humano no es sólo ese que sale en la televisión matando, secuestrando, maltratando, robando, insultándose- Todos los hombres no son lobos para los otros hombres, como decía Hobbes. Tampoco acertaba Plauto cuando venía a decir algo así como que el hombre es un lobo, y no un hombre, ante otro hombre desconocido. La generalización siempre conduce al error, y las grandes frases, las sentencias que se extraen del pensamiento de grandes filósofos y oradores, a veces, retratan una realidad parcialmente desajustada para no perder la rotundidad de la frase fabricada para ser recordada, sin requiebros, matizaciones ni dudas, siempre más sonora, pero también menos cierta.

Hay seres humanos que nos reconcilian con la especie, que nos hacen enorgullecernos de tenerlos por semejantes. Y las gentes que están dedicando su tiempo y esfuerzos a encontrar al anciano Francisco Torres son ese tipo de personas que nos producen estas sensaciones positivas. Porque son humanos, porque actúan en favor de algo y no en contra, porque demuestran lo que puede aportar la asunción y ejercicio responsable del papel de ciudadanos.