TCton el título de esta canción del álbum Magical Mystery Tour de The Beatles, inicio esta colaboración con El Periódico Extremadura, agradecido por la oportunidad que se me brinda, diciendo "hola" a los lectores y escribiendo sobre un "adiós".

Adiós, vocablo que a veces se atraganta, que cuesta pronunciar en según que circunstancias y cuando se dirige a según qué personas. Palabra que parece que va a pronunciar el alcalde de Badajoz el próximo lunes, día en que cumple 73 años, cuando --según lo publicado-- anunciará que cede el puesto de primer edil de la ciudad de Badajoz.

Si, finalmente, es así como cuentan, se va uno de esos animales políticos irrepetibles, un pata negra al estilo del Ibarra de la orilla izquierda. Un dirigente de esos con los que se puede o no estar de acuerdo, pero que no deja indiferente a nadie, que habla sin tapujos sobre todo y da que hablar casi siempre. Se va el maestro, cuasi-patriarca, de una generación de políticos que, actualmente, ostenta las más altas responsabilidades en la región.

Todo indica que el veterano regidor, tras 18 años al frente del consistorio pacense, y con cuatro más de oposición a las espaldas, dirá adiós a sus responsabilidades políticas la semana que viene. Y no un adiós cualquiera, sino uno de los difíciles, de los que cierran una etapa y abren otra muy diferente, cuando no inédita.

XEN EL DIAx a día, cuesta despedirse y separarse de lo que se quiere. No es sencillo ni agradable eso de decir adiós a la familia, a un buen amigo o a un modo de vida que nos ha hecho felices. Aún cuando tras un adiós no hay más que un hasta luego --siempre más leve que el trágico y doloroso adiós con carácter definitivo-- cuesta pronunciar la dichosa palabra.

Y si difícil nos resulta, a los ciudadanos de a pie, pronunciar un adiós a lo cotidiano, más difícil parece que es para algunos políticos decir el adiós al cargo o a la actividad política. Quizá por eso, pocos lo saben decir en el mejor momento o en el más adecuado para sí mismos o para su organización política.

El alcalde de Badajoz parece que va a saber hacerlo. Si el lunes se confirma lo publicado, Miguel Celdrán se marchará cuando le van faltando las fuerzas en lo personal, pero cuando se halla justamente en la cumbre de su vida política, legando a su sucesor un caudal de apoyo popular inmenso, uno de los ayuntamientos más saneados de España y una ciudad moderna, con luz propia, epicentro comercial del suroeste ibérico, destino de paso y de vida.

Se retira el político de raza. Se despide un alcalde que las gentes de Badajoz tardarán en olvidar. Regresa con su familia Miguel, el esposo, el padre, el abuelo, y lo hace a tiempo completo para gozo de los suyos.