TUtno de los grandes males de la sociedad actual es el egoísmo. Desgraciadamente, muchos de nuestros contemporáneos son de esos que suscribirían, a pies juntillas, el dicho que reza: "cada uno a su avío y yo al mío". O esa otra declaración de intenciones, a modo de refrán, que sentencia: "primero son mis dientes que mis parientes". O sea, que el egoísmo figura en esa conciencia colectiva, forjada por voces sin rostro, que es el saber popular. Porque no es un invento maléfico del siglo pasado ni un brote podrido de la modernidad, sino pura tradición. Nadie descubre la pólvora, por tanto, al exponerlo en plaza pública, advirtiendo su presencia por doquier. Sí es cierto que el egoísmo es una faceta de la condición humana que hoy se hace más presente que ayer y, desafortunadamente, parece que menos que mañana. Y lo negativo y siempre actual de esa realidad, obliga, cuando menos, a señalarlo, por si alguien se cosca y decide, siendo egoísta también, protegerse de ella, o, mostrándose virtuoso, dejar fluir algo de esa generosidad que, se sabe, tiene propiedades salvíficas, sanadoras, pues alumbra posibilidades de cambio, algo de esperanza en un erial moral en extensión que puede azufrar las almas. Y no hablo ahora ni de lo celestial ni del averno, sino de una idea de mundo, terrenal, más agradable para todos, y para cada uno.

El egoísmo no significa sólo ansia de tener, como a veces se piensa, sino, también, de ser y aparecer. Egoísta es el que ambiciona todo para sí y no está dispuesto a ceder ni una migaja al que también quiere. Pero egoísta es también el que no mira nunca hacia los lados o hacia atrás, el que empuja a los demás para sacarlos de una foto en que debería aparecer más de una figura o el que sólo acude a los demás cuando quiere o necesita algo.

XLO CONTRARIOx a ese egoísmo, que ancla, que erosiona a la persona y la impide pensar en grande y crecer, podemos encontrarlo en la actividad con la que, recientemente, ha ganado el Premio Nacional de Lipdub 2013 el Colegio Sagrada Familia de Badajoz, más conocido como 'Las Josefinas'. Unas 1.300 personas, entre alumnos, profesores y personal no docente, cooperaron para realizar un vídeo musical, en cuya preparación se implicó toda la comunidad educativa durante varias semanas. Ni los profesores y trabajadores iban a cobrar más por implicarse en la actividad, ni los alumnos iban a obtener mejores notas por participar, pero todos se zambulleron en el proyecto, y colaboraron para que lo que podía parecer inicialmente una idea peregrina tornase a la gloriosa realidad que, finalmente, ha resultado.

Así pues, un buen día, en nuestra Extremadura, en la ciudad de Badajoz, se unieron 1.300 personas que se olvidaron de lo que significan el egoísmo, el personalismo y la ambición, para actuar, danzar y cantar como un solo ser, para crear algo hermoso. Y lo hicieron, juntos, remando en una misma dirección y sentido, abrazados para sacar adelante un proyecto común y dejando aparcadas divergencias y diferencias. Y alumbraron un producto audiovisual bellísimo, pero no sólo eso, pues, quizá sin pensarlo ni pretenderlo, emitieron un mensaje poderosísimo, de vigencia total y tremendamente actual: que aquí o nos salvamos todos, o no se salva nadie; que o salimos a flote juntos o nos hundiremos por separado. Una lección de escuela para tomar nota, ¿no creen? Pues si quieren asistir a esta clase magistral, busquen en Youtube, y ya verán, ya.