El Gobierno de Extremadura, sin la presencia del presidente Monago como hecho destacable, ha participado junto con los presidentes de otras cinco Comunidades Autónomas del PP a la escenificación del apoyo a un nuevo mecanismo regulatorio del trasvase Tajo-Segura que se contiene en un fárrago de disposiciones adicionales, transitorias y derogatorias de la Ley 21/2013 de 9 de diciembre de Evaluación Ambiental. Sin entrar a analizar la anomalía legal que supone esta nueva regulación, ni sus consecuencias jurídicas, voy a exponer algunas consideraciones sobre la afección del trasvase a Extremadura.

A mi entender, nuestros gobernantes se han equivocado al otorgar su apoyo al trasvase al Segura a cambio de nada. No parece lógico secundar la transferencia a otras cuencas de aguas pretendidamente excedentarias, cuando en nuestra región existen dos importantes sistemas de explotación: el Tiétar y el Arrago que son claramente deficitarios y que no tienen asegurada la garantía de sus demandas de agua, especialmente la de sus regadíos. Y este problema persiste desde hace más de 20 años sin que se haya solucionado en los anteriores planes hidrológicos del Tajo ni en el nacional, y tampoco quedarán resueltos en el nuevo plan hidrológico del Tajo que en breve plazo verá la luz.

Y es que en cuestiones de agua se ha de ser muy cauto. No se olvide que el agua es un recurso imprescindible para el desarrollo de los territorios y Extremadura está, por desgracia, en niveles muy primarios de desenvolvimiento y es muy probable que necesite del agua en el futuro para salir del pozo en el que está sumida. Castilla-La Mancha sí que se ha asegurado en la mencionada Ley que sus obras de aprovechamiento de la fracción del trasvase que va al Guadiana (50 Hm3) (Tablas de Daimiel y Abastecimiento a la Llanura Manchega) se ejecutarán con carácter de urgencia. Por eso ha cedido. Su problema principal se lo resuelven.

Los extremeños seguimos en la inopia. Habría sido una ocasión pintiparada para pedir que se hubieran solucionado con esta Ley, como se ha hecho con La Mancha, los problemas existentes en los sistemas deficitarios de Tiétar y Arrago. Pero no se ha hecho. Una pena.

Y además, en el futuro los extremeños seguiremos aportando la mayoría de recursos hídricos necesarios para que España cumpla con Portugal el Convenio de Albufeira. Como ha ocurrido siempre.

En fin, una vez más los más pobres somos los más solidarios. Y así nos va. Aunque sería muy conveniente que nuestros dirigentes no se dejen escapar el próximo Plan Hidrológico Nacional para que en ese marco legal puedan resolverse de una vez por todas los problemas hidráulicos que afectan a Extremadura. Veremos si hay suerte.