Siempre han estado ahí. La enfermería, una rama conformada mayoritariamente por mujeres, representa, según la organización mundial de la Salud (OMS), el 70% del trabajo en la salud. Paradójicamente, históricamente ha sido uno de los gremios sanitarias más invisibilizadas de la Sanidad. Siempre han estado en primera línea pero hasta ahora el foco no miraba hacia ese lado. Ahora también se les aplaude. Y es que desde que se inició la crisis en el país, ellas, junto al resto de sanitarios, se han convertido en pilar para enfrentar al virus. En un elemento fundamental para conseguir frenar la curva que tantas vidas se ha llevado por delante. Porque ellas son las que están en contacto directo. Las que arriesgan, las que demuestran el trato diario y las que se manchan las manos.

Entre ellas se encuentra Verónica Correa. Es enfermera en Urgencias del hospital San Pedro de Alcántara. Como tantos profesionales, ha tenido que hacer frente a las semanas más duras de la crisis en Extremadura, cuando el número de casos de coronavirus alarmaba. «El 9 de marzo que tuvimos el primer caso y luego ya vino el mogollón, hemos vivido dos semanas y media duras, había días que teníamos entre 20 y 30 pacientes», precisa. Ahora, a inicios de mayo los datos ya constatan que la situación ha mejorado. «Ha ido bajando de una manera notable». De hecho, relata que en Urgencias ya se han cerrado parte que se cedió para habilitar más zona limpia y ahora el desafio es «volver a la normalidad poco a poco». Ahora ya atienden a pacientes con otras patologías. En cualquier caso, sostiene que se mantienen los protocolos de zona sucia y zona limpia para que los casos de coronavirus y el resto de pacientes no se mezclen. «Esperemos que no haya ninguno pero si hay lo tenemos todo controlado», manifiesta.

Cuando echa la vista atrás, reconoce que su carácter «optimista» le ha ayudado a sobrellevar esta semanas, pero asegura que lo «ha pasado mal» por compañeras que lo han llevado peor y aplaude a todo el personal. «Todas son unas valientes y no se han echado para atrás», insiste aunque revela las secuelas. «Lo que si estamos es contracturadas, por algún lado tiene que salir». En cuanto al trabajo de los médicos y residentes que, debido a su trabajo rozan menos con el paciente, asegura que, en esta situación no han dudado en equiparse y en entrar las veces que hacía falta para atender a los aislados. "Ha mejorado mucho el contacto y el buen hacer con el paciente». «Algunos que por su carácter no son tan afables se han volcado con ellos, hay cosas en las que muchas veces no se caía, como dar ánimo, y se ha intentado hacer». Sostiene que el aprendizaje ha sido mutuo. «Hemos sido muy comprensivos los unos con los otros, aquí todos hemos aprendido de todos».

El papel de las telefonistas

Tampoco se olvida de las telefonistas, las personas que se han encargado de derivar pacientes o informar de citas para que los hospitales no se colapsaran. «No se habla de ellas y han hecho una labor fantástica, en muchas ocasiones ellas han ejercido de psicóloga, todo formamos parte de un engranaje que hemos sabido hacer entre todos, es una lección para todos».