Soldados con las cartucheras cargadas de solidaridad. Ayuda extremeña en el corazón del conflicto. Hace sólo dos semanas partían de Extremadura llenos de ilusión y ya se han dejado notar en Kosovo.

Son los más 640 militares de la Agrupación Extremadura, que una vez desplegados en la zona más conflictiva del país han comenzado a centrarse en trabajos solidarios con una población que aún está lejos de recuperar la normalidad perdida tras la sangrienta guerra que sufrió. Desde la distancia, sus compañeros de la base General Menacho les observan y se preparan para, si fuese necesario, desplazarse hasta Irak, una posibilidad que en los últimos días está estudiando el Ministerio de Defensa.

Pero en la ciudad de Istok, donde trabaja el grueso de la brigada extremeña, poco se piensa estos días en George Bush o en las armas químicas que supuestamente esconde Sadam Hussein. Y es que allí las prioridades son otras. Lo más importante es que los alimentos lleguen al mayor número posible de familias, pero ésa no es más que una parte de su trabajo.

Así, por ejemplo, gracias a la labor de los soldados españoles una niña albanesa de 11 años y de apellido impronunciable, Diana Ahmetgekai, recibe periódicamente unos fármacos para poder tratar la epilepsia que arrastra desde que las bombas arrasaron la zona.

Otro caso significativo es el de la familia Hoxha, que desde el pueblo de Malisevo espera impaciente la entrega de una mascarilla contra las infecciones para su hijo Adhvrim, que sufrió graves quemaduras en el rostro por culpa de un incendio doméstico.

PEQUEÑOS MILAGROS

La mascarilla llegó ayer mismo, así que éste será otro más de los pequeños milagros diarios que posibilita esta fuerza de paz.

Pero su labor no está exenta de riesgo. En las faldas de las montañas que separan Montenegro y Kosovo, en una humilde aldea llamada Suvo Grlo, conviven grupos serbios y albaneses bajo la vigilancia constante de los militares españoles.

Algo parecido ocurrirá en Suvi Lukavac, un pueblo en el que en breve tendrán que vivir kosovares serbios, albaneses, bosniacos y maes (minoría de etnia gitana). Para fomentar la pacífica convivencia multiétnica, el Ejército se dedica a repartir juguetes y raciones de alimentos entre todos los que allí viven.

Juguetes contra la barbarie. Soldados que luchan por la paz. Y es que algo está cambiando en el Ejército.