El arzobispo de la Archidiócesis de Mérida Badajoz, Celso Morga, ha remitido un escrito a Roma, dirigido al cardenal Oullet, en el que propone dar a Guadalupe un estatus especial dentro de la demarcación eclesiástica. Con esta propuesta quiere zanjar la confrontación existente entre la provincia eclesiástica extremeña y la archidiócesis de Toledo, de la que depende el monasterio de la patrona, a pesar de estar en territorio extremeño, en concreto cerca de la diócesis placentina. Se trata por tanto de darle una jurisdicción territorial única, lo que se denomina una prelatura.

Celso Morga hizo este comentario ayer en el transcurso de un desayuno con los medios de comunicación con motivo de las fiestas navideñas. En concreto, una prelatura se define como una dignidad eclesiástica católica, conferida por el Papa, frecuentemente honorífica, que puede incluir una jurisdiccion territorial o personal -obispado, abadía,...- siendo el arquetipo de prelado el obispo, cuya prelatura es la diócesis, que solo afecta al monasterio o el templo y su puebla o pueblo. En este caso, se entiende que sería una prelatura territorial, es decir, una parte de la Iglesia delimitada territorialmente, cuya atención se encomienda por especiales circunstancias, a un prelado que la rige como su pastor propio, del mismo modo que el obispo diocesano.

Así, el arzobispo de Badajoz, conocedor de los intentos de sus antecesores Antonio Montero y García Aracil para lograr cambios en la actual situación de Guadalupe, y dado que en Toledo parece que no quieren oir hablar del asunto y que Roma aconseja que «se pongan de acuerdo entre ustedes», busca una opción con la que al menos se pueda dar algún paso más adelante.

En ese sentido, Morga ha propuesto también que mientras se resuelve el conflicto, que trasciende el ámbito eclesiástico, se permita que los actos religiosos de los días de la Hispanidad (12 de octubre) y de Extremadura (8 de septiembre) los presida un extremeño, lo que también entraña su dificultad, según explicó. Hasta ahora ambos actos religiosos son dirigidos por el arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez.

El escrito, que ya ha sido remitido a Roma, no es el primero que se envía; ya se refirió a este asunto en una misiva al Papa, sobre el que no hubo pronunciamiento. No obstante, consideró que se trata de una fórmula un tanto salomónica, con la que nadie gana ni pierde, pero se conseguiría un estatus propio, como el que goza Loreto en Italia o Cafayate, en Argentina.