Hace 20 años sobraban dedos en una mano para contar las mujeres que ocupaban escaños en el Parlamento extremeño. Hoy hacen falta manos para el mismo cálculo. Entre ambos escenarios distan casi 30 años y una ley de igualdad que ha logrado hacer más paritarios órganos de representación como las cámaras.

El Congreso, tras la marcha de varios diputados varones, roza por primera vez en la historia de la democracia el 40% de representación femenina, el porcentaje que la ley de igualdad considera equitativo, aunque el 60% siga siendo masculino. "Eso es un ligero avance pero no es paridad. Además esa cifra se alcanza porque la mujer ha entrado de rebote sustiyendo a otros hombres que se han marchado a otras tareas", lamenta Teresa Rejas, exdiputada de IU y la única mujer que ha presidido el parlamento extremeño, un hecho que para ella habla por sí solo: "La sociedad sigue siendo machista aún, si no no se entendería que yo siga siendo la única mujer que fue presidenta ni que en todos estos años haya habido mujeres candidatas a la presidencia del Gobierno regional o nacional", afirma.

Rejas ha sido la única --con el apoyo del PP-- que ha ocupado el máximo cargo en la Asamblea extremeña, donde las féminas han ido ganando terreno con el paso de los años. El mayor porcentaje de mujeres parlamentarias en la región se alcanzó en el conjunto de la pasada legislatura, con un 38,8% de representación, es decir, 26 diputadas de los 67 que tuvieron escaño entre los años 2007 y 2011 --el máximo son 65, pero hubo bajas e incorporaciones--. La mayoría de las féminas que han pasado por este órgano en su historia lo han hecho de la mano del PSOE, 79. Por el Partido Popular se cuentan 42 diputadas en estos años, cinco por IU y una en el antiguo Grupo Mixto, igual que por Extremadura Unida. En la actualidad ocupan escaños 25 mujeres --26 si se tiene en cuenta el asiento de la consejera de Educación y Cultura, Trinidad Nogales, que no es diputada-- y 40 hombres. Es decir, la representación femenina es del 38,4%.

La paridad no es absoluta, entre otras cosas, porque la ley que la recoge --que solo se ha aplicado en las dos últimas elecciones generales y autonómicas-- no la impone en los escaños, sino en las listas electorales, en las que las mujeres siguen ocupando posiciones inferiores. Aun así, fue el inicio de la actual década el que marcó un punto de inflexión en Extremadura. En la quinta legislatura, del 99 al 2003, casi se duplicó la presencia femenina en la Asamblea y desde entonces se mantiene en los mismos términos.

"Las acciones positivas llevadas a cabo principalmente por la izquierda y la ley de igualdad han sido relevantes y mantienen la guardia para que la mujer siga representada en la política. Gracias a ello, ahora no existen las diferencias que sí hubo en su momento cuando se anulaba a la mujer", cuenta la exdiputada y exconsejera socialista Leonor Flores.

Cuestión de ideología o no, para otra veterana diputada, la popular Cristina Herrera, con escaño durante 14 años que dejó el año pasado para encargarse de la dirección del Servicio Extremeño de Promoción de la Autonomía y la Dependencia, mantener por ley la representación femenina en las listas electorales ya ha dejado de ser importante.

"En la vida política la situación de la mujer se ha normalizado y hay tantas mujeres como hombres. Creo que la sociedad ya ha aprendido a integrar a las mujeres, las diferencias en este terreno están superadas y no soy muy partidaria de mantener las cuotas", afirma. Herrera reconoce que la ley de igualdad actual aportó su granito de arena para superar esas diferencias. "Entonces era necesaria porque se seguía escuchando eso de meter en las listas a mujeres que fueran estupendas aunque los hombres fueran mediocres. A ellos no se les cuestionaba".

En lo que sí coinciden Flores y Herrera es que la Asamblea era cosa de hombres, basta echar la vista atrás. En la primera legislatura en democracia, de 1983 a 1987, estrenaron el Parlamento extremeño 67 hombres y solo tres mujeres, en la segunda legislatura fueron aún menos, dos. Entre estas pioneras se encontraba Marcelina Elviro como diputada primero por Extremadura Unida y luego por el PSOE. Su voto contó para aprobar el himno, el escudo y la bandera extremeña y sentar las bases del proceso autonómico que se abría camino entonces. En aquella primera legislatura también se abrió en Extremadura una de las primeras casas de la mujer del país. "Nunca sentí ningún rechazo, pero