Los técnicos del Instituto del Corcho, la Madera y el Carbón Vegetal (Iprocor) han detectado este año un considerable aumento de los casos de seca de la encina en la dehesa extremeña, un problema que provoca el debilitamiento y muerte de encinas y alcornoques y que, por tanto, puede tener efectos muy perjudiciales sobre sectores económicos claves en la región como el del porcino o el del corcho. El consejero de Agricultura y Desarrollo Rural, Juan María Vázquez, reconoció este martes que se trata de un problema serio, pero pidió que se eviten alarmismos, ya que "Extremadura cuenta con más de un millón de hectáreas de dehesa de encinas y alcornoques y la seca solo afecta a unos miles de ejemplares".

El último inventario sobre superficie afectada, realizado en el 2002, señalaba la existencia en la región de 440 focos de esta enfermedad. Cada uno de ellos comprendía al menos a un grupo de árboles y estaban distribuidos por zonas adehesadas de toda la región. Enrique Cardillo, 1técnico de Iprocor, señala que desde entonces la incidencia de esta enfermedad parece haber aumentado. "Este año está siendo especialmente malo, ya que se está produciendo un importante aumento de casos", indica Cardillo, que añade que son varios los factores que están detrás de esta enfermedad y que, incluso, en cada caso concreto pueden aparecer diferentes agentes, lo que dificulta el diagnóstico.

Sin embargo, según sus cálculos, detrás de entre el 20 y el 80% de los casos de seca de la encina estaría un hongo, el fitoftora, que ataca las raíces más finas de encinas y alcornoques, pero también de robles, jaras o brezos. Otras causas de la seca pueden ser la falta de agua y otros hongos que dañan ramas, troncos u hojas.

Aunque el origen del fitoftora esté en el hemisferio sur, Cardillo aclara que este hongo se ha extendido por toda Europa y representa un riesgo "elevado" en el suroeste peninsular, debido a que las masas forestales en suelos silíceos son más vulnerables.

Este técnico de Iprocor resalta que la seca puede llegar por dos vías, "un decaimiento paulatino, continuo y poco perceptible o una muerte súbita. En apenas una semana o dos el árbol cae fulminado". Sería este segundo tipo el que más está aumentando su incidencia este año.

Para reducir los riesgos de propagación, Enrique Cardillo aconseja delimitar el terreno afectado con señalizaciones y evitar el tránsito de animales y el laboreo --vías de transmisión de este microorganismo--, sobre todo con el suelo húmedo o encharcado. "No existen medidas contundentes contra este hongo", sostiene, ya que los tratamientos con fungicidas "no siempre dan resultados. Esa es una de nuestras líneas de investigación. Saber por qué sucede esto".

En la dehesa Moheda Alta de Navalvillar de Pela los efectos de la seca del encinar han sido "muy graves", según cuenta el técnico forestal de esta localidad pacense, Francisco Javier Galiano, quien resalta que en seis años se han secado más de 400 árboles en este entorno.

El decaimiento forestal de un gran número de encinas también ha alarmado en las últimas semanas a vecinos de la comarca de los Ibores, especialmente en el término municipal de Mesas de Ibor, informa Efe.