Una quincena de pasajeros en un tren que cuesta unos 6.000 euros por trayecto. Estas cifras, que evidencia la inviabilidad económica del servicio, ha obligado a Renfe a suprimir los tres trayectos diarios de la que había sido bautizada como la primera línea regional del AVE español. La conexión Albacete-Toledo, que desde diciembre enlazaba de forma directa y sin transbordos estas dos ciudades manchegas --parando en Madrid y Cuenca--, ha durado seis meses y su cierre ha aportado un argumento más a los que piensan que no es rentable construir una línea de alta velocidad entre Madrid y Badajoz si Portugal no completa la conexión hasta Lisboa.

Pero Extremadura no se resigna a quedarse sin alta velocidad, haga lo que haga el vecino luso. "El AVE será una prioridad absoluta. Es una cuestión irrenunciable", manifestó Víctor del Moral en su primera declaración de intenciones al frente de la Consejería de Fomento del nuevo Gobierno regional. "Extremadura necesita la alta velocidad", completó en su estreno en la Junta hace unas semanas.

A la espera de saber qué ocurre con el proyecto en la comunidad autónoma, España se ha situado ya como el segundo país del mundo --después de China-- y el primero de Europa en número de kilómetros de alta velocidad. Con casi 2.700 kilómetros en servicio, la red nacional supera la de países de gran tradición en este modo de transporte como Francia y Japón. En total 24 ciudades españolas están conectadas directamente a través del AVE. Algunas de ellas tienen el tamaño de Cáceres o Badajoz, e incluso de Navalmoral y Plasencia. Por eso, nada mejor que recurrir a ellas para entender qué aporta esta infraestructura y qué cabe esperar de ella cuando el ferrocarril de altas prestaciones llegue a la comunidad autónoma.

La línea Madrid-Sevilla fue la primera en ponerse en marcha en España. Fue en 1992, con motivo de la Exposición Universal (Expo) en la capital hispalense. 471 kilómetros separan las dos ciudades y, en medio, Ciudad Real. La urbe manchega lleva 19 años subida, casi silenciosamente, en la alta velocidad. "Aquí ha supuesto un paso importante para modernizar la ciudad y situarla en el mapa a nivel nacional", apunta Maddi Garmendia, profesora del departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio de la Universidad de Castilla-La Mancha. Ella, junto a otros investigadores de su departamento, han centrando sus estudios en el análisis de los impactos del AVE en zonas como la provincia de Ciudad Real. Por eso, desde ese profundo conocimiento, advierte de que en cada caso los efectos son diferentes. "Porque la intensidad de los cambios y los impactos depende de factores como el tamaño de las urbes y la distancia a las principales áreas metropolitanas".

MODERNIZACION "Ciudad Real tenía una situación poco frecuente en España. Pese a ser capital de provincia, no estaba bien comunicada, no tenía ninguna vía de comunicación de alto nivel, ni ferroviaria ni por autovía. Y el AVE fue la primera figura de transporte que le dio una gran accesibilidad", explica. Eso, en su opinión, ha contribuido a modernizar algunos ámbitos de la ciudad, como el urbanismo y el comercio, y además ha reforzado la hasta entonces débil polarización demográfica de la provincia. "A nivel provincial la población está bastante repartida y la capital no tiene un peso excesivo, aunque en los últimos 10 años se ha visto cómo muchos habitantes del entorno se han venido a vivir a la ciudad. La población de Ciudad Real ha crecido, aunque no tanto como se anunciaba antes de la puesta en marcha del AVE", advierte.

A 40 kilómetros de esta ciudad y también con parada de alta velocidad se encuentra Puertollano, localidad a la que se mira mucho desde Extremadura en los últimos años porque en su término municipal está la hasta ahora única refinería de interior del país --a la espera de si se materializa o no el proyecto del Grupo Gallardo en Tierra de Barros--. Con sus 50.000 habitantes, puede servir de referencia para ciudades extremeñas como Plasencia y Mérida, que también tendrán estación de alta velocidad. "En Puertollano no hay ningún efecto AVE --considera Maddi Garmendia--. Pensábamos que esta infraestructura iba a fomentar una mejora de las relaciones entre esta ciudad y la capital provincial, pero, con el tiempo, la sensación es que ésta está tirando de aquella y le está absorbiendo población. No solo se debe al AVE, porque hay otros factores socioeconómicos, pero parece que Puertollano se está estancando.