El covid-19 amenaza con ahogar también a uno de los sectores más longevos, cuidados y exquisitos de la comunidad extremeña: los balnearios. Casi dos mil años de historia dan fe de la calidad de las aguas de Baños de Montemayor, que ya supieron apreciar los romanos, del mismo modo que las de Alange, con sus termas del siglo III. Fuentes del Trampal (Carmonita), El Salugral (Hervás), El Raposo (cerca de Zafra y la A-66) y Valle del Jerte (Valdastillas) forman el selecto grupo de balnearios extremeños con aguas mineromedicinales certificadas.

Pero la crisis sanitaria, por sus peculiaridades, afecta especialmente a este sector, que duda si podrá reabrir en 2020. La singularidad de sus servicios, con recintos comunes y tratamientos muy personales; su alta dependencia del Programa de Termalismo del Imserso, suspendido sine die; y el hecho de que algunos balnearios ni siquiera hubieran comenzado la temporada antes del Estado de Alarma, ha sembrado la incertidumbre en estos complejos que de momento carecen de protocolos. La desescalada en su caso todavía es una quimera.

Y ello pese a su peso en el turismo extremeño. «Sumamos 300.000 pernoctaciones anuales, que suponen un 17% de todas las registradas en la comunidad. Nuestra actividad produce unos ingresos de 24 millones de euros a la economía regional», explica Carlos Yubero, presidente de la Asociación Extremeña de Balnearios y responsable de El Salugral. Generan 450 empleos directos que tienen un valor especial al focalizarse en las zonas rurales. Pero además tienen 7 establecimientos hoteleros propios y otros 12 subcontratados.

Son por tanto recintos clave para el turismo regional pero severamente castigado por el Covid-19. Solo El Raposo y Alange, situados más al sur, habían abierto esta temporada. «Nosotros lo hicimos el 9 de marzo y el primer Estado de Alarma comenzó cinco días después. Fue una semana de vértigo. El Programa de Termalismo del Imserso seguía, no se habían establecido controles, pero los datos nos atropellaban, de modo que ese viernes anunciamos a los clientes que cerrábamos el domingo por prudencia», relata Fernando Fernández, responsable del Balneario de Alange.

CINCO DÍAS... Y CIERRE

Por tanto, cinco días de funcionamiento para un balneario de un centenar de empleados y dos hoteles de 37 y 86 habitaciones. Los trabajadores, en su mayoría fijos discontinuos, están cubiertos por la prestación por desempleo dada su condición, y se les renovaría automáticamente. Los 11 empleados fijos se han sometido a un ERTE del 50%. Son personal imprescindible de jardinería y mantenimiento. Otros balnearios como Baños de Montemayor, El Salugral o Fuentes del Trampal aún no habían arrancado el año por situarse más al norte.

¿Y en adelante qué? «La realidad es que no disponemos de ninguna indicación sobre cómo podremos funcionar. Tratar de aplicar la normativa de los hoteles tampoco tiene sentido en los balnearios, porque los servicios comunes son nuestra esencia y en principio deberían permanecer cerrados. El aforo del 30% supondría otra limitación imposible», indica Carlos Yubero.

MUCHA MANO DE OBRA

Estos negocios, como otros tantos del sector turístico, ni siquiera resultan rentables durante toda la temporada. «Vivimos de los fines de semanas y de los puentes, cuando la ocupación sube del 50%, el mínimo que necesitamos para que empiecen a cuadrar las cuentas», agrega Fernando Fernández. Y es que los costes laborales de los balnearios son especiales. «Empleamos mucha mano de obra porque ofrecemos servicios personalizados: cada cliente precisa un terapeuta para masajes, reflexología podal…», matiza Yubero.

Existe otra circunstancia bastante especial: los usuarios mayores de 65 años han aprendido que si acuden a los balnearios a través del Programa de Termalismo del Imserso (subvencionado por el Estado), reciben el mismo servicio un tercio más barato. Conclusión: dicho programa ya aporta más del 75% de los clientes a los balnearios extremeños, según cálculos del propio sector, que reconoce una enorme dependencia del mismo, pese a que hace la competencia a sus propios precios. Y aquí viene el principal revés: la Dirección General del Imserso no contempla por ahora reactivar el programa. «Resulta evidente que no se puede exponer a los mayores, por eso volver a abrir en estas circunstancias sería un gran riesgo, porque volver a cerrar sería un auténtico desastre», lamenta Fernando Fernández.

Aun prescindiendo del Imserso, los balnearios tampoco se sostendrían con otros clientes si se establece un aforo limitado en sus piscinas y termas… «No vamos a recortar el sueldo de recepcionistas y fisioterapeutas en la misma cuantía, como es lógico», explican desde Alange. Después habrá que esperar al protocolo. «Si reduces un tercio y solo puedes tener a siete personas en el agua, y luego desinfectar todo antes de dar paso a otras siete, será imposible».

NO ES AGUA DE GRIFO

Precisamente, «los balnearios no somos piscinas, sino un sector completamente distinto de aguas mineromedicinales. Nuestras aguas están protegidas y declaradas de utilidad pública por su equilibrio natural, y no podemos alterarlo», precisa Fernando Fernández. Por eso tampoco están de acuerdo con la norma que les imponen de echar cloro. Si ahora les obligan a intensificar ese proceso, temen perjudicar la composición química de sus aguas, que es lo que diferencia a estos seis establecimientos de cualquier otro spa. «Nosotros no utilizamos agua del grifo con burbujas, ofrecemos curas termales», subraya Carlos Yubero.

«Por tanto, crear protocolos para la convivencia de gente que puede estar afectada dentro un balneario resultará complicado», señalan desde Alange. Su propuesta es otra: «Seguir funcionando del único modo posible, asegurándonos de que no entra ningún positivo. Las medidas deben ponerse al principio, por ejemplo haciendo test de forma previa».

LA CARA B...

O eso... o posiblemente el cierre hasta la próxima temporada. Es la cara B que los balnearios empiezan a contemplar y para la que solicitan apoyo. «Necesitamos que la Junta conceda ayudas a las empresas, estamos dispuestos a todas las supervisiones que garanticen que se destinan al personal», afirma Fernando Fernández, que también propone una moratoria en las hipotecas que soportan estos negocios, similar a la que la Junta logró en 2008 frente a Bruselas. Además, plantea la supresión de impuestos dado que no hay actividad. «Aplazarlos es prolongar la angustia».

En este mismo sentido, el presidente de los balnearios reclama un respaldo sólido del Ejecutivo regional. «Somos un sector pequeño y en consecuencia poco apoyado, porque tampoco existe una conciencia termal en la comunidad, no hay una cultura del agua mineromedicinal, que es una fuente de riqueza tan escasa como buena y exclusiva, un bien preciado y precioso que no está valorado en su justa medida», expone Carlos Yubero.

Pero el sector también tienen sus fortalezas, a las que deberá asirse para capear el temporal: una experiencia centenaria, una ubicación en parajes privilegiados, unas terapias muy actualizadas de bienestar y estética, y clientes especialmente fieles que repiten año tras año. Son sus bazas frente al Covid-19 mientras llega ese ansiado tratamiento que también cure sus heridas.

LOS DATOS DEL SECTOR

6 Recintos con aguas mineromedicinales certificadas funcionan actualmente en Extremadura.

300.000 Pernoctaciones al año suman entre todos estos establecimientos, que suponen el 17% del total de la comunidad.

24 Millones de euros de ingresos generan para la región.

450 Empleos directos son los que mantiene el sector.

19 Establecimientos hoteleros están vinculados a su actividad.