La satisfacción que para una madre supone amamantar a su recién nacido puede tener además un carácter solidario, compartir esa leche con otros niños que, por diversas circunstancias, no pueden tomar la de sus madres, y que fue la idea que impulsó hace un año la creación del Banco de Leche Materna de Extremadura.

Además, que los extremeños son generosos a la hora de donar su sangre o sus órganos ya lo atestiguaban los datos, pero faltaba saber cómo responderían ante un nuevo reto, la donación de leche materna, y los resultados muestran que "se han cumplido sobradamente las expectativas".

El director del Banco de Sangre y Leche Materna, José María Brull, así lo asegura con motivo del primer año de funcionamiento del Banco de Leche Materna, ubicado en Mérida, y que nació con la incertidumbre "no tanto de la respuesta de las madres donantes, sino de su aceptación".

Según Brull, cuando se pensó en crear este banco -uno de los siete que hay en España- se fue consciente de que era un asunto "novedoso", ya que no se sabía ni lo que se iba a necesitar "ni siquiera si se iba a solicitar", ya que los propios hospitales que atienden a los neonatos prematuros utilizaban otro tipo de leche.

Sin embargo, un año después, José María Brull asegura que "se puede decir que aunque costó comenzar, se ha arrancado bien" y ahora el banco de leche materna recibe peticiones habituales de estos centros "con lo que no solo se ha podido meter en la cabeza de las madres sino de los pediatras".

Una prueba de este buen arranque, según Brull, es que en su primer año este banco ha contado con 36 donantes -de las que seis están en activo-, que han donado 198 litros de leche, una cifra que se puede considerar por encima de la media si se tiene en cuenta que la población extremeña es poco más de un millón de habitantes.

"No nos planteamos una cifra de entrada, pero esa cantidad de leche donada nos parece una buena cifra", indica Brull, que afirma que lo que ahora preocupa es mantener esa dinámica.

En este sentido, explica que cuando una mujer deja de amamantar a su propio hijo, el banco la pierde como donante, algo que considera "lógico", ya que este tipo de donación se entiende como "un efecto secundario de la lactancia materna", que es la que realmente importa.

En cuanto al perfil de la donante, suelen ser mujeres ya con una cierta experiencia en la lactancia materna, que tienen otros hijos y que saben que tienen leche suficiente para alimentarles, así como mujeres que trabajan y están acostumbradas a guardar leche para cuando se han reincorporado a su puestos.

A la mujer que muestra su disposición a donar se le hace una entrevista y se le somete a una analítica para detectar enfermedades y, si todo es correcto, se le facilita un "kit", unos biberones y unas pautas para que en su casa haga la recogida de la leche y cada semana o dos semanas la entregue en el banco de sangre más cercano.

Una vez en el Banco de Leche Materna y tras un análisis microbiótico se somete al proceso de pasteurización.

De hecho, el principal problema con el que se encuentran este tipo de bancos es la contaminación de la leche, por lo que si en el análisis microbiológico previo se encuentra un determinado porcentaje de gérmenes, se destruye.

En el caso de Extremadura, un tercio de los 198 litros recogidos en este primer años se ha tenido que destruir por contaminación, pese a lo cual ha habido suficiente para atender las demandas.

José María Brull destaca la colaboración que las matronas y las asociaciones de apoyo a la lactancia materna han prestado para el buen funcionamiento de este banco, ya que requiere estar continuamente buscando donantes nuevos "a diferencia del de sangre, que se puede mantener durante más de cuarenta años".

Además, insiste en que el objetivo principales es hacer hincapié en las bondades de la lactancia materna, tanto para la madre como para el bebé, "y conseguir que deje de ser vista como un engorro para la madre y sea vista como un derecho del bebe a ser alimentado de la mejor manera posible".