Algunos cines parecen tener claro que el verdadero negocio no está en la pantalla, sino en las golosinas que venden a la entrada, por lo que se han fijado como meta convertir en misión imposible que se pueda entrar con productos comprados fuera. Y es que una vez que se constató la ilegalidad de esta prohibición, generalizada en todas las salas de España, las empresas del sector parecen haber encontrado una nueva salida. Se trata inscribirse como bares en el registro del Impuesto de Actividades Económicas (IAE), lo que, según ellos, les permite vetar alimentos ajenos al establecimiento.

En concreto, un reciente estudio elaborado por la Unión de Consumidores de Extremadura (UCE) en trece cines de la región desvela que al menos tres de ellos ya son considerados bares a efectos legales. Es el caso de El Foro, de Mérida, y los dos Multicines Victoria de Almendralejo.

Rechazo frontal

Sin embargo, la UCE señala que esta práctica tampoco es legal, puesto que al comprar una entrada de cine el espectador acepta un contrato "por el que una parte se compromete a proyectar una película y la otra a pagar su precio", pero en ningún momento se delimita "el derecho a la libre elección del consumidor en un aspecto accesorio como es el de las golosinas".

Por lo que se refiere al resto de los cines extremeños, algo más de la mitad (siete) aceptan sin problemas que los espectadores incluyan alimentos y otros dos, los Multicines de Cáceres y el Victoria, de Don Benito, lo prohiben sin aportar ningún motivo.

El último caso, el de los cines Coria, de la ciudad del mismo nombre, es el más especial y el que, al menos en apariencia, más protege a los usuarios. Y es que esta sala prohíbe entrar en el cine únicamente con aquellos productos que no puedan ser comprados en el propio cine. Es decir, que no se pueden introducir cosas como patatas fritas o pipas, alimentos que no vende su tienda al entender que molesta al resto de los espectadores. Para la UCE, "sólo en casos como éste estaría legitimada la prohibición".