Cada mañana, de camino a mis tres horas diarias de clases de alemán, me tengo que cruzar con una frase algo desmotivadora: 'Berlín no te quiere' (escrita en inglés). Durante bastante tiempo he procurado ignorarla, a pesar de que la frase en cuestión está pegada sobre un semáforo que nunca pillo en verde.

El otro día encontré otra pegatina enfrente de la academia de idiomas y, esta vez, escrita en castellano: 'Kreuzberg Antiturista'. Kreuzberg es el céntrico barrio berlinés donde me encontraba y en esta ocasión me resultó más complicado ignorar una interpelación tan directa y en mi idioma. Comencé entonces a recopilar información para enterarme de si realmente yo, español y semiturista, soy bien recibido en Alemania.

XDESPUES DEx algunas lecturas, me enteré de que los españoles estamos siendo, para algunos alemanes, los corresponsables de un antiguo proceso al que se le ha puesto un nuevo nombre: 'gentrificación'. El periodista Aiats Agustí escribió hace unos meses un artículo bastante ilustrativo sobre este asunto en 'La Vanguardia' que cito tal cual, porque sería difícil de superar en claridad: "Cuando el muro cayó, los barrios del este de la ciudad se quedaron prácticamente vacíos. En ese momento, gente joven, inmigrantes, punks y artistas se mudaron a esos bloques vacíos, donde nadie quería vivir. Crearon una subcultura que hoy atrae a la gente. También se crea una marca, un capital simbólico interesante y que los gobiernos locales usan como reclamo turístico. Entonces todo el mundo quiere vivir en el barrio de moda, los precios de los locales y los alquileres suben (...) y los que habían creado la esencia del barrio se ven obligados a marcharse porque no se pueden permitir pagar ese nuevo nivel de vida".

Agustí me cuenta, ya por email, su previsión sobre el futuro: "en unos años, olvídate de fábricas abandonadas, casas 'okupas', 'hausprojekt' y alquileres baratos. Auguro que Berlín será algo así como Hamburgo. Su esencia quedará desnatada, rebajada". El mismo ha podido comprobar cómo en el año 2009 pagaba 190 euros por una habitación que en la actualidad se alquila por 300 euros.

EN ESTE momento uno se pregunta si los españoles realmente hemos provocado este encarecimiento y, de ser así, si de verdad nos merecemos pegatinas acusadoras o ser el tema a debatir en reuniones de vecinos publicitadas, como muestra el diario 'Der Tagesspiegel', con el reclamo "¡Socorro, vienen los turistas!" (en alemán). Intento ponerme en la mente de los alemanes y entender las dificultades surgidas de que hoy por hoy residan, según cálculos no oficiales, 20.000 españoles menores de 30 años en Berlín. Pero en cualquier caso esta acusación particular parece injusta y hay alemanes que también lo creen así.

Tal y como precisa el canal de noticias alemán 'Deutsche Welle': "los nuevos residentes en Berlín pueden ser personas del otro lado del mundo, pero también alemanes de las zonas de Baviera, Sajonia o Suabia". El mismo artículo recuerda, además, que el turismo dejó más de 10 billones de euros durante el 2011 en Berlín.

A NIVEL PERSONAL, y por mucho que las pegatinas traten de rebatirme, debo aclarar que no he encontrado todavía ni una sola muestra de desafección hacia mí por mi condición de inmigrante/semiturista/extranjero del sur. Nadie me ha negado un café por pedirlo en inglés ni me ha faltado una mano alemana cuando me he encontrado perdido en la gran capital germana. Los alemanes cultos, que no son pocos, saben que los turistas o los inmigrantes españoles no son los responsables de este proceso. Así lo recoge el mismo 'Der Tagesspiegel', que centra la responsabilidad en determinadas decisiones políticas, como la venta de 110.000 apartamentos propiedad del gobierno entre el año 2002 y 2007 o la supresión de ayudas a 28.000 pisos. "Esta es la verdadera causa de la subida de los alquileres en Berlín. No es culpa de los artistas extranjeros o de los turistas fiesteros", sentencia el diario. El miedo y el rechazo a lo desconocido ha existido siempre. Por eso sienta tan bien leer y viajar.