La pasión de Blanca Serrano por la naturaleza le animó a estudiar Ciencias Ambientales en la Universidad Autónoma de Madrid. No obstante, los estudios no le proporcionaron todas las satisfacciones que ella esperaba. Sin embargo, el proyecto fin de carrera sí se ajustó a sus expectativas: trabajo de campo y vivir in situ lo que significaban las Ciencias Ambientales. Su tutora, Emilia Martínez, le animó a investigar sobre el Parque de Monfragüe. De esta investigación nació Caza y naturaleza en Monfragüe. Caza y conservación de la naturaleza en el área del Parque Natural de Monfragüe , un libro que se reparte hoy, gratis, con EL PERIODICO EXTREMADURA y que se ha editado gracias a la colaboración de la Central Nuclear de Almaraz y la Mancomunidad de Monfragüe.

La investigadora madrileña analiza los problemas de gestión de la caza en el interior del parque, donde está prohibida, y en el exterior, con el agravante de que algunas fincas se hallan situadas a caballo entre ambas áreas: "Los animales se sienten más protegidos en el interior del parque porque no se puede cazar, aunque en las dehesas tienen alimentos. Esto significa que se ha incrementado la densidad de hembras y crías en el interior. En Monfragüe se practica, principalmente, la caza mayor, de ciervos y jabalíes", expone Blanca Serrano.

Mientras que las hembras y las crías optan por vivir en el interior de Monfragüe, los machos (más apreciados por los cazadores) permanecen en el exterior. Esta situación implica que la vegetación se resiente por esta sobrecarga porque "al cazar machos y no hembras, la proporción, la sex ratio, de hembras y machos se desequilibra. Se registran 4 hembras por cada macho. Esto es inviable en cualquier población y produce la debilidad de la especie. La cornamenta, que es lo que más aprecian los cazadores, está más deteriorada. La intervención es necesaria ya que se ve cómo se debilitan los ciervos y también el jabalí que es más pequeño que en otras partes de Extremadura, con menos masa corporal y defensas más pequeñas", insiste la investigadora.

Ante esta coyuntura, se plantea como necesario la existencia de un depredador, que debe ser el hombre, porque no se detectan depredadores naturales como el lobo. Por ello, se lleva a cabo lo que se conoce como rececho ejecutivo, que consiste en la caza de hembras y machos débiles, pero sobre todo hembras para la disminución de la sex ratio .

"En seguida me percaté que la progresión de hembras y crías es muy elevada, tanto en el caso del ciervo como en el de jabalí. En el caso del jabalí, la intervención es más difícil porque se mueve en el matorral que, en Monfragüe, es impenetrable. En cambio, el ciervo campa a su gusto, sobre todo las ciervas que se sienten a sus anchas en el interior".

La propuesta de Blanca Serrano consiste en limitar la población de hembras desde fuera del parque porque es donde se puede cazar, pero si no resulta, "hacerlo desde dentro, pero con la modalidad menos agresiva como el rececho. Elegir un ejemplar y tirar a él. También se trataría de cazar en momentos en los que las querencias por el territorio del jabalí le hicieran estar fuera del campo. Por ejemplo, en invierno, va a preferir estar en la solana donde encuentra refugio y calor. Por ello, sería más fácil cazar en invierno en la solana que en la umbría, que sería para épocas más benignas".

La investigadora observa que se trata de cazar de forma racional y controlada, no que un cazador dé tiros "como quiera. Lo ideal sería que existiera un depredador natural".

Asimismo, Blanca Serrano no se olvida de las aves, uno de los valores más importantes del parque por sus colonias y por ser refugio de aves emblemáticas inexistentes en otras zonas como el buitre negro. En su análisis compara los censos desde el 1990, año de prohibición de la caza en Monfragüe, y descubre que no han sufrido deterioro aunque se practique la caza fuera del parque: "Los ruidos, los perros, molestarían a las aves en el nido, pero no es posible porque se encuentran en lugares recónditos como el Salto del Gitano. También porque las aves comen caza menor como conejos y perdices, que no se cazan en Monfragüe".

La joven estudiosa entregó su proyecto en febrero del 2004 y recibió la calificación de matrícula de honor.