La subida de los precios se deja de sentir en los bolsillos pero no en las ventas. Esa es la conclusión que se extrae después de preguntar a los comerciantes y consumidores extremeños, que se ponen de acuerdo en afirmar que la fidelidad al aceite de oliva sigue siendo muy sólida. Margarita Sánchez es ama de casa y explica que "el aceite ha subido bastante, pero lo sigo usando igual que antes. Para ciertas cosas es indispensable", aunque reconoce que como todos tiene sus trucos para combatir la inflación: "La familia de mi marido tiene una almazara y nos sale algo más barato".

De la misma opinión es Benjamín Alonso: "Sigo comprando la mismas marcas y la misma cantidad de aceite. No tiene sentido cambiar si algo te gusta. Aguantaremos hasta que el bolsillo resista, haciendo cábalas para llegar a fin de mes". Alonso tiene una doble perspectiva de la crisis de precios, como consumidor y como propietario de un negocio: "Hay menos producción, pero el problema es que las multinacionales especulan con las reservas. Seguiremos así hasta que el Gobierno meta mano".

Los comerciantes que se dedican a la alimentación no entienden que los precios se hayan disparado de tal forma. Como explica Nieves Pedraza, "el aceite ha subido dos veces en diciembre y una en enero, y se prevé que suba más. No es lógico que retengan el aceite en los almacenes". Según Nieves Pedraza, "los clientes siguen comprando el aceite de oliva porque es un producto de primera necesidad, aunque se empieza a notar una mayor demanda de las marcas más baratas", e insiste en que los clientes no optan por cambiarse al aceite de girasol: "La gente se acostumbra a estos problemas con el aceite de oliva. Además, se prevé que el de girasol también suba".

Valentín Acedo, otro comerciante extremeño, comparte esta visión: "Aunque se lleven las manos a la cabeza por los precios, la gente se sigue llevando las botellas. Es un producto de primera necesidad y los clientes no cambian".