Los bosques son una de las principales herramientas con las que cuenta el planeta para retirar de la atmósfera el dióxido de carbono y otros gases contaminantes, y así ayudar a frenar el cambio climático. Sin embargo, algunos estudios empiezan ya a poner en duda la verdadera capacidad de las masas forestales para limpiar la contaminación que provoca el ser humano.

Así lo advierte Gerardo Moreno, que trabaja en el Departamento de Biología Vegetal de la Escuela de Ingeniería Técnica Forestal de la Universidad de Extremadura, que además señala que el potencial de absorción de los bosques "se va a saturar en muy pocas décadas".

Una vez que esto se produzca, será el momento de comenzar a pensar en otras acciones que complemente la capacidad de absorción de gases contaminantes que tienen los montes, con el fin de "adaptarnos al cambio climático" para poder mitigar sus efectos. "Debemos gestionar nuestros montes pensando que van a vivir en un clima diferente, con una disponibilidad hídrica menor y olas de calor reiterativas", señala.

ALMACENAJE EN SUELOS Por tanto, quienes se ocupan de la gestión de los montes, según este experto, deben implementar un aumento la capacidad de fijar el dióxido de carbono en el suelo, puesto que si los árboles lo acumulan en su madera, que es menos seguro, los gases se liberan en el momento en el que el bosque sufre un incendio forestal. Otra de las alternativas propuestas pasa por recuperar la capacidad de absorción de las zonas agrícolas. "Los técnicos forestales tienen que empezar a jugar un papel clave en las tierras agrícolas, muchas de ellas en crisis, abandonadas o con poca rentabilidad". "Tenemos que rearbolizar nuestras tierras agrícolas", señala Moreno.