Las cosas han cambiado, y las numerosas quejas de antaño de los vecinos cercanos a las zonas donde se celebran botellones han dado paso a la convivencia entre los jóvenes que lo practican y quienes lo ven desde la ventana de casa. Aunque sigue habiendo denuncias vecinales al respecto, este fenómeno juvenil ya es un vecino más. El debate vuelve a estar de actualidad después de que la alcaldesa de Plasencia, Elia María Blanco, haya anunciado este mes que se debe buscar otro lugar para hacer botellón, que desde hace siete años se realiza en el recinto ferial del Berrocal, porque esa ubicación incumple, arguye, la Ley de Convivencia y Ocio de Extremadura, al no estar a más de dos kilómetros del casco urbano y por molestar a los vecinos, y propone un debate público y político para elegir el nuevo espacio. Esta circunstancia de Plasencia da lugar a preguntarse: ¿Cómo está la situación en otras ciudades extremeñas? ¿Piensan otros ayuntamientos hacer lo mismo? Respecto a esto último, la opinión generalizada es que seguirán igual.

En Cáceres, por ejemplo, el perímetro de dos kilómetros que rodea el recinto ferial, principal área de botellón de la ciudad, se sitúan varias zonas residenciales. La más cercana es la de La Cañada, a un kilómetro casi exacto (por carretera). David Barcenilla, presidente de la asociación de vecinos de este barrio, señala que no hay quejas por el ruido --"solo en la feria", precisa--. Sostiene que alejar demasiado el botellón del casco urbano puede tener "sus pros, pero también sus contras, como que hay más desplazamientos en coche de gente que puede haber consumido alcohol". Contigua a La Cañada estaría Aldea Moret, que también queda dentro de este radio, igual que las urbanizaciones de Casa Plata (junto a la lindante de Maltravieso) y Nuevo Cáceres, a menos de kilómetro y medio por camino en ambos casos. "Cuando hay conciertos o fiestas universitarias se oye un montón", subraya Rosa Palomino, presidenta de la Asociación de Vecinos Maltravieso-Casa Plata, para quien la solución pasa por prohibir esta práctica. En cuanto a Nuevo Cáceres, el presidente de su colectivo vecinal, José María Tovar, indica que aquí el botellón no da problemas habitualmente.

En Badajoz existen tres lugares autorizados donde los jóvenes celebran botellón y todos ellos causan problemas y provocan quejas, según el concejal de Tráfico y Policía Local, Germán López Iglesias, quien apunta que en todos los casos se respeta la distancia mínima a las viviendas porque, de hecho, su designación fue avalada en su día por la Junta de Extremadura.

Problemas junto al río

El lugar más controvertido es el paseo Fluvial, que está próximo a los pisos de Joaquín Costa, la avenida Ramón y Cajal y Puerta de Palmas, y que limita con el Guadiana, y la reunión de miles de jóvenes provoca mucha suciedad en la orilla y propio río.

Otro de los lugares autorizados es el entorno del campo de fútbol del Nuevo Vivero, una de las principales instalaciones deportivas de la ciudad, cuyo deterioro es visible, a consecuencia del botellón, que deja su huella cada fin de semana.

Por último, está el nuevo ferial, que aunque más alejado del centro urbano, también causa molestias. El principal perjudicado es el parque de ocio Lusiberia, pues los jóvenes se apostan en la entrada, sobre todo en la feria de San Juan; pero también se quejan por las molestias los residentes de la urbanización Ruta de la Expo. Germán López Iglesias es consciente de los problemas que esta costumbre juvenil acarrea en Badajoz pero el ayuntamiento, de momento, no encuentra otro lugar alternativo donde casar el derecho a la diversión y el descanso de los vecinos.

Mérida y otras ciudades

En Mérida no se contempla, al menos a corto plazo, cambiar la ubicación del botellón, que actualmente se realiza en el recinto ferial, donde se han habilitado servicios públicos para ello. El concejal de Juventud, Roberto Olivera, reconoce que puede haber algún vecino que se queje por las molestas propias de esta actividad, pero subraya que en estos momentos el botellón "no es un problema en Mérida". A unos 200 metros del recinto ferial se ubica la urbanización Las Chimeneas, de reciente construcción. Fedra García es una de las vecinas. "El botellón molesta. Sobre todo hace ruido, por los coches, que aparcan en la zona, y la música hasta las cuatro o las cinco de la mañana", asegura. "Pero bueno, todos tenemos hijos y más o menos, en invierno, con las ventanas cerradas, se lleva", dice resignada.

Las promotoras Hidalgo y García de Vinuesa trabajan en la zona. Esta última asegura "que el botellón se nota en las ventas y es una pena", dice Alfredo García de Vinuesa, uno de los responsables. Sin embargo, Hidalgo reconoce que no le ha ido mal. "Los que vienen a comprar ya saben que el botellón está ahí, y están resignados", asegura una trabajadora de la inmobiliaria.

Este problema no existe en Almendralejo, donde se celebra desde hace más de tres años en una parte del recinto ferial, lejos del casco urbano y a unos dos kilómetros de las primeras viviendas. En su alrededor se encuentra varios polígonos industriales y el resto del ferial.

Tampoco hay urbanizaciones cerca del centro de ocio Las Cumbres de Don Benito, en cuyas inmediaciones tiene lugar esta práctica. Se trata de un polígono industrial, y por ello, los propietarios de las empresas sí han llegado a quejarse en más de una ocasión de la suciedad que los jóvenes depositan durante la noche, así como los olores, ya que hacen sus necesidades en los alrededores. El botellón se ubica en dos calles, una interior al polígono, y otra exterior a la carretera de circunvalación.

Los vecinos de Villanueva de la Serena tampoco se suelen quejar por esta práctica juvenil en la llamada avenida de los Deportes, en la parte trasera de las instalaciones deportivas. En esta localidad, el botellón ha sido cambiado de lugar en años anteriores.