Los toros de la ganadería de Victorino Martín --criados en sus fincas próximas a Coria-- protagonizaron el encierro más rápido y limpio de la presente edición de los Sanfermines de Pamplona. Dos minutos y quince segundos tardaron los astados en recorrer el camino que separa los corrales de Santo Domingo de los chiqueros de la plaza, en una carrera en la que ningún corredor resultó corneado.

El encierro, octavo y último de las fiestas, comenzó a las ocho en punto de la mañana de ayer, pocas horas antes de que los pamplonicas entonasen el Pobre de mí cuando la manada, agrupada y encabezada por los cabestros, abandonó los corrales y enfiló la cuesta para entrar en contacto con los corredores, informa Efe.

La torada atravesó, de una manera compacta aunque estirada, la plaza consistorial por el centro de la calzada para cruzar sin problemas la calle Mercaderes y llegar de esta manera a la curva, donde, pese a la velocidad, continuaron su camino sin caer al suelo e, incluso, sin chocar contra el vallado, cosa habitual en este punto del recorrido.

Cinco toros abrían la manada al llegar a la calle Estafeta, donde el hijo del ganadero cacereño, Victorino Martín, participaba en la carrera como pastor. Los victorinos , que habían generado gran expectación, pues nunca habían participado en un encierro, pusieron el broche de oro a las fiestas.

Sin embargo, la corrida resultó de lo más decepcionante por la ausencia de los componentes más elementales de bravura en los seis toros lidiados, según informa Efe.