Sin dejar de mirar al cielo, con el temor de que la lluvia estropeara los desfiles procesionales como ya hiciera la noche del lunes, las cofradías cacereñas del Martes Santo, la de los Ramos y el Amparo, ultimaban ayer desde primera hora la preparación de sus pasos.

Por la mañana, como cada año, los hermanos de la cofradía más austera de la Semana Santa cacereña, la del Santísimo Cristo del Amparo, recogían hiedra, escobas y flores del campo para poner a los pies de su Cristo, y preparaban el paso en el patio trasero de su ermita. "Al ser la ermita tan pequeña tenemos que hacerlo todo fuera, tener el paso todo el día en el exterior, aunque el Cristo no lo colocamos hasta última hora de la tarde, por lo que el riesgo de lluvia es para nosotros aún mayor", señalaba su mayordomo, Juan Narciso García Plata.

Todo estaba preparado, pero no tenían claro que pudiera salir la procesión, "pues en nuestro recorrido no hay ningún lugar donde refugiarse, por lo que tenemos que tener total seguridad de que no va a llover, pues no podemos arriesgarnos a que se dañe la talla". Por ello, confiaban en que el día despejara, y para el caso de que la lluvia les sorprendiera ya en la calle tenían un nuevo recurso. "Este año en lugar de un plástico para cubrir todo el paso tenemos un sistema de protección nuevo, una especie de chubasquero para el Cristo, que evita que se vuele y protege mejor la talla".

También esperanzados en que la lluvia diera una tregua se mostraban los hermanos de la Cofradía de los Ramos, que en la iglesia de San Juan eran un continuo ir y venir preparándolo todo con la ilusión de poder salir en procesión y, a su paso por la Audiencia, realizar la ceremonia de la redención de un preso.

SE HIZO POSIBLE El temor a la lluvia pudo finalmente disiparse y a las 20.30 horas la procesión de Nuestro Padre Jesús del Perdón dejó la iglesia de San Juan para enfilar hacia la Audiencia, donde un año más se llevaría a cabo la liberación de un reo.

A las puertas cerradas de la sede del alto tribunal extremeño de Justicia llamaba anunciando la llegada el mayordomo, al que ayer acompañaban el vicario judicial de la Diócesis, un representante de la dirección del Centro Penitenciario y el decano de la Facultad de Derecho. Tras la entrada esperaba, acompañado de responsables de la Justicia y de la Cofradía, el reo que iba a ser liberado. Con la túnica de la Cofradía y cubierto el rostro --se desconoce su identidad y el delito que ha cometido, aunque este no puede ser de sangre--, tras el rezo de un padrenuestro, se incorporaba a la comitiva para, junto al sacerdote y delante de la imagen de Jesús del Perdón, realizar el resto del recorrido hasta San Juan, de donde saldría ya libre --la redención suele consistir en anticipar el tercer grado--.

Y cuando los Ramos casi habían cubierto todo su recorrido, iniciaba el suyo la Cofradía de Amparo. Con la austeridad y sobriedad que la caracteriza --una cruz guía realizada con un tronco de alcornoque sin pulir ni ornamentar, un solo timbal destemplado como único acompañamiento y la tenue luz de los faroles de los hermanos de escolta--, a semejanza de la de su Santo Cristo del Amparo --una talla de 1671 vestida con túnica nazarena sin ningún ornato y una sencilla cruz de palo-- los cofrades del Amparo partían a las once de la noche Montaña abajo hacia Concejo, Caleros y Santiago, y después hacia San Mateo ya por los Adarves en plena madrugada.