Cáceres no logró reconciliarse ayer con la fiesta a la que esquiva desde hace ya más de una década. El día grande del Carnaval Medieval se desinfló a pesar de los esfuerzos y el buen hacer del medio centenar de actores que integraron el pasacalles y el posterior desfile por las calles de la ciudad monumental. Y el caso es que la ciudad respondió a la llamada que varios grupos de animación realizaron desde las 18.30 horas para invitar a la ciudadanía a disfrazarse, a disfrutar de la fiesta y sumarse a un Carnaval, al que se le ha encomendado la titánica tarea de devolver a los cacereños el interés por esta fiesta.

Desde Cánovas, grupos de jóvenes ataviados con trajes de personajes característicos del Medievo --cortesanas, leprosos, mendigos, labradores, funambulistas o mujeres de la calle-- y acompañados por zancudos y los ritmos de timbales y guitarras, fueron conduciendo al público hasta el punto de partida del desfile ´oficial´, la plaza Mayor. Allí, cerca de un millar de personas acompañaron a los integrantes del pasacalles, que protagonizaron casi en exclusiva un desfile atractivo aunque escuálido debido a la escasa participación. "En la plaza Mayor podrá sumarse al desfile por la ciudad monumental todo el que quiera y vaya disfrazado", advirtió la concejala de Dinamización en la presentación del Carnaval.

Sin embargo en ese punto, apenas una treintena de personas --fundamentalmente quienes participaron en la noche del viernes en el concurso de disfraces-- se sumaron al recorrido por las calles de la ciudad monumental, que ratificó la admiración que la ciudad siente por cualquier evento que transcurra en su centro histórico, pero evidenció también las reservas de los cacereños con esta fiesta pagana.

Poco más de un millar de personas siguieron el desfile o lo vieron en alguno de los puntos: adarves, Puerta de Mérida, calle Ancha, plazas de San Mateo y de las veletas, cuesta de la Compañía, plazas de San Jorge y de Santa María y cuesta de Aldana hasta el palacio de los Golfines de Arriba. El desfile derivó en espectáculo en algunas de las plazas, como la de San Mateo, donde los actores --algunos de ellos de la Escuela de Teatro-- escenificaron espectáculos de tirafuegos, bailes de damas o espectáculos acrobáticos, que lograron arrancar los aplausos de quienes miraban. Entre estos, pocos disfraces y la mayoría sobre niños pequeños que se decantaron por los tradicionales de princesa, piratas o payasos.

Al final del desfile, el palacio de los Golfines de Arriba esperaba para la que debía ser la gran noche del Carnaval cacereño, con la entrega de los premios del concurso de disfraces y el posterior Gran Baile Medieval. En el concurso de disfraces, Adriana Pérez como Reina Isabel, se impuso en categoría individual; Luisa María y Macías, como Juana la Loca y Felipe el Hermoso, en parejas, la Fantasía Medieval en Grupos. En cuanto al baile, al cierre de esta edición reunía apenas a una treintena de personas.