"El programa está muy bien para la gente nerviosa". Quien así lo asegura es uno de los beneficiarios del Plan de Atención Dental a Discapacitados Intelectuales (Paddi), Jesús, que espera junto a su madre, Pilar, en la consulta del Centro de Salud San Jorge, en Cáceres. Y no lo dice a la ligera, sino con la experiencia de haber perdido todos los dientes después de muchos años de evitar el dentista, "porque le cogí miedo de pequeño", asegura. Ahora el doctor Juan Carlos Daviu y la higienista María Dolores Garfia --el equipo del Paddi en la provincia cacereña-- han conseguido que supere ese temor. "Aunque antes hemos pasado mucho", apunta Pilar.

Tanto que hasta bajadas de tensión sufría Jesús cada vez que le practicaban una extracción. Ahora, el doctor Daviu estudia la posibilidad de ponerle una prótesis y cuenta con la plena colaboración de su paciente. "Ya lo llevo mucho mejor", indica este, que a la vez reconoce que, pese a que un problema en el mentón lo aconsejaría, prefiere evitar pasar por el quirófano. En todo caso, los profesionales del Paddi ya se ocupan de controlar la salud bucodental de este cacereño y tanto él como su madre, después de muchos dolores y disgustos, están un poco más tranquilos.

En la sala de espera

Precisamente, en contra de lo que podría esperarse, la tranquilidad es la tónica dominante a las puertas de la consulta del odontólogo del Paddi. Allí están también María Jesús y Antonio, que vienen desde el centro ocupacional de Miajadas acompañados por una cuidadora, María Angeles Tostado. Esta última explica que forman parte del programa desde su puesta en marcha "y venimos de forma periódica a que les realicen las revisiones y tratamientos que necesiten".

Los que reciben dicha atención, por su parte, se muestran encantados con la iniciativa. "Los médicos son muy simpáticos y cuidadosos, aunque no sean de pago", dice María Jesús. Acaba de hacerse un empaste y aún tiene muy presente tanto la anestesia como el consejo de la higienista: "Debo lavarme los dientes tres veces al día y no solo una", le comenta a su cuidadora. "Pero ya no vuelvo hasta el año que viene, a la revisión", concluye sonriente.

Sonrisas como esa son las que llevan al doctor Daviu a no echar de menos su anterior trabajo, en una consulta tradicional. "Esta labor resulta mucho más gratificante", asegura mientras María Dolores, la higienista que le acompaña, asiente. Y eso a pesar de que a veces se viven momentos difíciles. "Son pacientes especiales y por eso les atendemos de forma especial", señala el odontólogo. Una metodología que se extiende a uno de los quirófanos de la Unidad de Cirugía Mayor Ambulatoria del Hospital Perpetuo Socorro de Badajoz, donde se llevan a cabo las intervenciones con anestesia general a aquellos pacientes a los que no se puede tratar si están conscientes.

Esta es una de las medidas más importantes para aquellos discapacitados intelectuales que de otro modo no podrían recibir la atención dental que precisan. Antes de la puesta en marcha del Paddi, muchos estaban completamente desamparados. Ahora, no solo reciben los tratamientos, sino que controla de forma periódica su salud bucodental. "Y hay casos que hemos tenido que llevar al quirófano y, posteriormente, hemos tratado directamente en las consultas", apunta Daviu con una sonrisa detrás de la cual hay muchas más.