La remolacha puede ser una alternativa a cultivos con una situación complicada como el maíz o el arroz, y la planta azucarera que se proyecta en Mérida se atisba como tabla de salvación para una parte del campo extremeño. Las organizaciones profesionales confían en que la industria, de la que esta semana se firmó el protocolo de actuación entre la empresa y la Junta, sea una realidad que permita recuperar un cultivo que se abandonó hace dos décadas, pero en el que los agricultores extremeños tienen experiencia y para el que la región tiene las condiciones idóneas: tierra y agua.

Entre los años 70 y 90 la remolacha fue uno de los cultivos con más tirón de la región, pero tras el cierre de la planta de La Garrovilla, en 1997, se fue abandonando poco a poco hasta casi desaparecer. En el registro de explotaciones agrarias de la Junta de Extremadura únicamente figura este año un expediente destinado al cultivo de la remolacha azucarera (beta vulgaris saccharífera), que tiene unas 16 hectáreas. En todo caso, aunque se gestiona en la administración extremeña, el cultivo se encuentra en Valladolid, según indican fuentes de la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente. En la región queda algo cerca de La Garrovilla, que es donde estuvo la planta, y también en Valdetorres, donde se ha sembrado más recientemente; pero no hay explotaciones en condiciones de competir ya que en la actualidad no es un cultivo rentable puesto que las plantas más cercanas están en Andalucía y en Castilla y León y los precios están a la baja, especialmente en este último año. «El kilometraje se come los beneficios, solo es rentable si tienes una planta cerca», afirma el responsable de Apag Extremadura Asaja, Juan Metidieri.

una oportunidad/ La industria que Iberica Sugar Company pretende instalar en Mérida utilizará la última tecnología y generará con los deshechos biogás, cremas y pegamento. El proyecto ha recuperado el interés por este cultivo en la región y da expectativas de futuro al campo, que confía en el proyecto como salvavidas ante las dificultades en el arroz o el maíz. «La azucarera puede ser una gran oportunidad. Podría ser una alternativa a cultivos que ahora tienen problemas con los precios, como el maíz o el arroz», señala Juan Metidieri, que no duda de que si el proyecto sigue adelante, «seguro que se van a destinar a remolacha muchas hectáreas de arroz, algunas de maíz e incluso superficies de frutales». El maíz (se producen unos 45.000 kilos anuales) y el arroz (150.000 toneladas al año) llevan varios temporadas con los precios en caída y en el caso de los frutales, hay variedades en las que se podría plantear destinar parte de los terrenos en los que están terminando ciclo a un nuevo cultivo como la remolacha azucarera. «Pero si la empresa da el paso, debe tener en cuenta que el agricultor tiene que ganar con este cultivo más dinero del que gana con otros», advierte el dirigente de Asaja.

Para Ignacio Huertas, de UPA, la factoría es «una muy buena noticia sobre todo para el regadío, porque lo que se plantea es una alternativa de cultivo muy importante que podría afectar a muchas hectáreas y que acabaría con la presión de ir siempre a los mismos cultivos, aunque las condiciones sean malas». Huertas recuerda además que los agricultores extremeños conocen este cultivo aunque asume que «los procedimientos han cambiado en este tiempo en cuanto a la tecnificación o la aparición de nuevas variedades». Por eso ve necesario abordar «un plan de actualización y reciclaje para el sector, para convertirnos en punta de lanza». En general no dudan de que puede suponer un revulsivo en el campo extremeño, como sucedió en su día en La Garrovilla o después con el tomate en Miajadas.

La planta prevista tendrá capacidad para absorber la producción de más de 36.000 hectáreas (España produce ahora unos 3 millones de toneladas de remolacha azucarera en unas 32.000 hectáreas de cultivos), lo que supone cuatro veces más de lo que tenía la planta de La Garrovilla y supera la capacidad de las demás plantas españolas. La remolacha es una planta de ciclo bianual (un año produce y otro germina) cuyo cultivo requiere maquinaria específica, «por eso sería conveniente que de forma paralela a la construcción de la fábrica se vayan dando pasos en el sector para que se recupere el cultivo y todo lo que necesita», dice Huertas.