--Están a punto de finalizar la misión EUTM Mali VII. ¿Qué balance hace de estos seis meses de la labor del contingente extremeño?

--Muy positivo, y el resultado es consecuencia de la preparación que hemos hecho. Esta empezó, prácticamente, hace once meses, el 1 de junio. Las dos unidades (Force Protection y el equipo de artillería) comenzamos a trabajar cada una en su materia y, poco a poco, hemos ido creciendo hasta alcanzar este resultado final.

-- ¿Cuál ha sido la labor desarrollada por su equipo?

--El equipo de apoyos de fuego tenía como misión principal adiestrar y asesorar al ejército maliense en la forma de llevar a cabo su instrucción y mejorar todos los aspectos en los que creemos que son débiles, en su programación y su trabajo diario. Los hemos adiestrado en morteros de 60mm y lanzacohetes. Hemos instruido al séptimo grupo táctico interarmas(GTIAs) y al octavo en morteros. Además, hemos sido el equipo de instructores que más ha entrenado en Mali. Instruimos también a un regimiento de comandos paracaidistas en morteros.

--¿Han notado mucha diferencia entre su armamento y el maliense? ¿Cómo la han salvado?

--Primeros nos preparamos en España y conocimos el material. Luego, la preparación del obús, ha sido aquí. Yo ya había conseguido el material necesario para organizarnos y conocer ese material lo más a fondo posible, aunque los procedimientos que hemos aplicado son los españoles. Se pueden utilizar los mismos procedimientos aunque el material sea diferente.

--¿En cuántas misiones internacionales ha estado y qué diferencia encuentra entre ellas?

--Esta es la tercera. He estado en Kosovo, en Bosnia y en Mali. La de Kosovo era muy distinta. Era una misión por el mantenimiento de la paz. A mí me tocó ir de 2000 a 2001, justo acabada la guerra, y fuí además en el equipo de cooperación cívico-militar, por lo que tuve mucho contacto con la población. El ambiente era distinto. Había habido una guerra civil muy reciente. A Bosnia fuí en 2009 y me encontré un país muy estabilizado, muy normalizado. Esa misión era ya de EUTM (la primera era de la OTAN) y allí estuve en Inteligencia. La de Mali ha sido un premio y un regalo, porque no todos los capitanes de artillería pueden venir a hacer algo de su trabajo, de artillería. Y otra cosa muy buena es que aquí venimos de profesores, de pedagogos.

--¿Qué diferencia al soldado extremeño del resto?

--La Brigada de Extremadura trabaja mucho, sale mucho al campo, y eso es consecuencia del ambiente que se genera. La mejor manera de trabajar es con una sonrisa en la cara. Nos llueve, se pasa frío, hay que pasar penurias, pero este es nuestro trabajo. Yo, que llevo treinta años dando vueltas, uno de los sitios donde mejor he trabajado es Extremadura.

--¿Aprovechan para llevar a cabo otros proyectos?

--Sí. Por ejemplo, el Quick Impact Proyect. Este no se genera aquí en Koulikoro, sino a través de España con un responsable en el cuartel general, que es el comandante Diego Rejón. Pero él tiene su trabajo, entonces no puede estar siempre pegado, y cuando preguntaron yo me ofrecí voluntario. Consiste en la construcción de un colegio. Tras entrevistas con el ayuntamiento, con el jefe del barrio, de moverse muchos para obtener permisos, se ha conseguido que se ceda un terreno y solo falta ya una autorización y empezar a construir. Constará de tres clases y un edificio de aseos. Todo para niños malienses.

--En un terreno más personal. ¿Cómo se lleva la distancia con la familia? No sé si tiene hijos...

--Sí, estoy casado y tengo una hija que cumplió cinco años el pasado día 27 de marzo. ¡Es muy duro! Lo curioso fue hace poco que mi hija le preguntó a mi mujer que cuándo venía papá, y le respondió que pronto. La pequeña dijo: '¿De verdad? ¡Es que le echo tanto de menos!'. El día de su cumpleaños, todos los españoles que fuimos a Opi Tango el observatorio nos hicimos un vídeo felicitándola y se lo mandé por whatsapp. ¡Se lo vio tres veces!. No puedes explicar el amor a un hijo.

--¿Cómo se le hace frente a eso?

--Bueno, vía skype, que intento hacerlo cada semana, y por teléfono. Todos los días llamo y hablo con ellas. Si nos estamos oyendo, por que no te veas la cara pues tampoco pasa nada. Lo importante es el oírte hablar.

--¿Volvería a irse a otra misión internacional?

--Sí. Es que es mi trabajo. Cuando estás fuera se te hace duro, pero llevo desde los 14 años en el ejército, y tengo 44. Me convertí en esto, es mi vida y no la cambiaría. El ejército te permite evolucionar, desarrollarte y hacer cosas que otros trabajos no te permitirían.

--La última. Creo que, además, tiene un proyecto en su pueblo, Navalcalnero...

--Decidí fomentar una iniciativa y organizamos una taller con trabajos manuales de los niños de la parroquia. Lo que se saque irá directo a las hermanas franciscanas con las que colaboramos aquí, en Koulikoro.