Nació en Melilla, 1953. Trayectoria: Ingresó en la carrera judicial en 1972. Ha sido juez en Laviana (Asturias) y Chiclana (Cádiz). En 1988 fue nombrado magistrado y en 1992 pasó a formar parte de la sala segunda del Tribunal Supremo, cargo que desempeña en la actualidad.

Carlos Granados, magistrado de la sala segunda del Tribunal Supremo, impartió ayer una conferencia sobre Los aspectos penales de la contaminación acústica en el curso de verano Derecho y calidad de vida , que se está celebrando en Jarandilla de la Vera, organizado por la Uex.

--¿Realmente hacemos tanto ruido como se dice?

--Quiero expresar mi satisfacción por asistir en Extremadura a este curso de verano en el que se está hablando de calidad de vida, muy directamente relacionada con la contaminación acústica. Las estadísticas, que no sé hasta qué extremo pueden ser seriamente elaboradas, indican que España es uno de los países más ruidosos del mundo, y dentro de España llama la atención que sea Cáceres una de las ciudades más ruidosas. De manera que hay que llamar la atención a la ciudadanía, a las autoridades y a los personajes políticos, ya que la contaminación acústica es algo mucho más importante que una molestia, debido a que está en juego la salud física y psíquica de las personas, con manifestaciones muy graves. En esos supuestos graves interviene el derecho penal, con sanciones de hasta cuatro años de prisión.

--¿Ante situaciones de este tipo, qué debemos hacer?

--El Tribunal Supremo, al que pertenezco, ha dictado ya varias resoluciones sobre la contaminación acústica. En este sentido considero que hay que hacer entre todos un serio esfuerzo, tanto los tribunales como los políticos y los propios ciudadanos, reclamando ante la Administración que actúe cuando padecen un ruido excesivo.

--¿Cómo se actúa con las zonas de movida o se sanciona a cientos de jóvenes que se reúnen en torno al ´botellón´?

--Hay que distinguir lo que son unos acontecimientos festivos, que están perfectamente admitidos. Es difícil imaginar que en las Fallas de Valencia, o en los Sanfermines de Pamplona, pudiésemos poner en vigor una ley del ruido. Lo terrible es el ruido continuo, que es el que realmente afecta a la salud. En los primeros casos se puede compaginar, igual que se puede compaginar actividad industrial con el respeto y los controles del ruido. También los actos festivos pueden ser perfectamente compatibles.

--¿Qué papel deben jugar los ayuntamientos?

--Tienen que estar al frente de la lucha contra la contaminación acústica. Además hay que poner en guardia y alentar a los ciudadanos para que denuncien.