Mi madre es la primera mujer de las tres que tiene mi padre. Es la mayor y prácticamente la han abandonado a ella y a mis seis hermanos. Sufre mucho porque está muy enferma y ya apenas puede caminar. Todos trabajamos para poder comprarle medicamentos, por eso decidí viajar a Europa. En el camino, que ha durado cinco meses, he tenido a mi hijo Ryan. A su padre y a mí nos separaron al llegar a Cádiz. El viaje ha sido muy duro. Al cruzar el Estrecho caí al agua y me rescató Cruz Roja, pensé que mi hijo estaba muerto». Es el testimonio de Mariam, procedente de Costa de Marfil, una de las mujeres que ha recibido asistencia en el centro temporal de Mérida después de llegar en patera a las costas andaluzas.

Su historia la recoge la propia Cruz Roja dentro de la serie Voces de la inmigración para concienciar sobre la realidad que viven estas personas.

Para ellas Mérida es solo una parada en el camino donde reciben asistencia humanitaria. Desde que se puso en marcha hace dos semanas este operativo de ayuda (para apoyar a Andalucía, que se vio desbordada por la llegada de pateras), 268 migrantes han sido atendidos en el centro de acogida de la capital emeritense. De ellos, 16 eran menores de edad (algunos bebés), todos venían acompañados, y había 92 mujeres, seis de las cuales estaban embarazadas, según informó ayer el responsable de Socorros y Emergencias de Cruz Roja en Extremadura, Víctor Domínguez. Y de esas 268 personas, 124 (casi la mitad) ya han partido hacia otras comunidades, principalmente a Madrid, Barcelona, Bilbao y Zaragoza.

El protocolo de atención activado -una operación conjunta de Cruz Roja, la Junta y la delegación del Gobierno- se inicia con una primera valoración en la que se analizan las situaciones personales de cada uno de ellos en función de su procedencia, características y las posibles salidas que se le pueden ofrecer. Este proceso dura en torno a cinco días, que es el tiempo estimado que pueden pasar en el centro temporal de Mérida.

Una vez realizada esta primera intervención, se les deriva a unos recursos específicos de atención o a los destinos a los que ellos quieren marcharse, ya sea porque tienen alguna red de contacto, familiares o algún tipo de expectativa de futuro.

En cuanto al día a día en el centro, se trabajan aspectos como el conocimiento del idioma para que puedan desenvolverse o, sobretodo, se pone el foco en identificar casos de menores que no están reconocidos o de trata de personas.

Actualmente, el centro está completo con las 150 plazas disponibles ocupadas por migrantes de hasta 13 países, la mayoría procedente del África central. Los motivos para desplazarse son muy diversos, desde zonas de conflicto a cuestiones económicas o temas personales como matrimonios forzados (quizá por ello términos como refugiados o huyentes serían más adecuados).

No se descarta que ese número de plazas se amplíe, ya que también se trabaja con recursos específicos a los que han derivado en torno a 30 personas de centros de acogida y centros para refugiados, según indicó ayer Domínguez.

CON UNA ORDEN DE EXPULSIÓN / En cuanto a la situación de estas personas, tienen una orden de expulsión activada, por lo que deben intentar regularizar su situación en un tiempo estimado (en el caso del barco Aquarius, se estableció un periodo especial de 45 días) o regresar a su país de origen según lo que establece la ley actual.

Tal y como lo define el responsable de Socorros y Emergencias de Cruz Roja en Extremadura, «se trata de un trabajo intenso que conlleva la implicación de muchas personas, con labores incluso de 24 horas».

También destaca la labor del voluntariado, con la participación de más de 100 personas, y especialmente los equipos de respuesta en emergencia para catástrofes de la región y la sección juvenil, que se ha encargado de dinamizar la vida dentro del centro emeritense.

«Seguimos trabajando porque la salida y entrada de personas es constante. Y damos mucha importancia a la reagrupación de las familias, ya que han llegado personas cuyos allegados se han desplazado a otros albergues o a otro tipo de recursos».

Víctor Domínguez recordó que se han producido «muchos ofrecimientos» de personas individuales y empresas que han querido colaborar en el proyecto y que se han canalizado a través del propio voluntariado de Cruz Roja para una intervención organizada, «algo que es fundamental en este tipo de situaciones».