¿Qué ocurrió aquella noche del 4 al 5 de julio del 2016 en el domicilio de Manuela Chavero? Esa ha sido la pregunta que se han hecho los investigadores de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil estos cuatro años después de una desaparición en principio sin rastro y con un montón de indicios pero ninguno definitivo.

Una mujer de Monesterio, atractiva, de 42 años, divorciada, con su ex pareja y sus dos hijos lejos de casa, de pronto desaparece de su vivienda sin llevarse las llaves o el teléfono móvil, dejando la tele puesta y las luces encendidas. Eran casi las 2 de la madrugada cuando ella misma envió un mensaje de Whatsaap a un joven que vivía cerca de su casa con el que mantenía una relación informal: “¿Nos podemos ver esta noche?” El texto aparecía en su teléfono móvil cuando se comprobó más tarde, lo mismo que la respuesta del joven : “No me encuentro bien, me duele una rodilla, me voy para casa”. A la mañana siguiente, un hermano y una amiga de Manuela Chavero acudieron a su domicilio preocupados porque no había acudido a una cita concertada en Zafra y no respondía además al teléfono. Ni rastro de ella. Desde ese momento empezó la búsqueda, convencida la familia siempre de que no había sido una desaparición voluntaria o intencionada, sino que, como decían, alguien se la había llevado contra su voluntad.

Monesterio es un pueblo pacense de unos 4.000 vecinos que se encuentra casi en el límite con la provincia de Sevilla. Sus habitantes se vieron sobrecogidos desde el principio por esta desaparición y protagonizaron batidas y búsquedas masivas de Manuela Chavero, lo mismo que concentraciones multitudinarias en sus calles a efectos de que no se olvidara que una vecina estaba en paradero desconocido mientras su familia sufría.

Desde ayer se sabe que esta vecina de Monesterio murió la misma noche de su desaparición y que presuntamente acabó con su vida su vecino, un joven entonces de 24 años que la conocía y vivía dos casas más arriba de la suya, en su misma calle. La Guardia Civil era consciente de que Manuela Chavero conocía a su captor y ahora presunto asesino, no había nada forzado ni revuelto en el domicilio, y quien hubiera participado de los hechos sabía perfectamente que la noche del 4 al 5 de julio del 2016 esta mujer se hallaba sola. Posiblemente pegó a su puerta y le abrió o ella se dirigió a la vivienda de su asesino, el caso es que ayer este joven, Eugenio D.H., confesó ser el autor de la muerte de Manuela y condujo a los agentes de la Guardia Civil hasta el lugar exacto donde supuestamente había enterrado el cuerpo.

Para armar este puzle los agentes de la Benemérita siguieron decenas de pistas, miles de relatos hasta encajar pieza por pieza la reconstrucción de una noche o de unas pocas horas donde cabían múltiples hipótesis, entre ellas que alguien ajeno a Monesterio, en un coche, la hubiera raptado en la calle de madrugada llevándosela del municipio sin ningún testigo. Las pesquisas se centraron primero en el joven con el que mantenía una relación, así como en su ex pareja, ese día lejos de Monesterio. Ninguno de los dos fueron descartados a pesar de sus coartadas, si bien también se llamó a declarar a muchos otros posible implicados como a Eugenio D.H., ahora detenido, quien señaló que ese día se hallaba en la playa. Los agentes descubrieron después que esta coartada era falsa. En efecto, había estado en la playa acompañado de unos amigos, pero no fue ese día y esa noche, que era martes, sino el fin de semana siguiente.

La Guardia Civil supo por algunos denunciantes que Eugenio había cambiado la tapicería de su coche, un Opel Vectra, por lo que se le volvió a llamar a declarar sin obtener ninguna respuesta firme. Lo mismo que también se llamó a declarar al joven que mantenía una relación con Manuela, llegándose a registrar su coche y el de otros familiares suyos sin encontrar ningún rastro convincente. Este segundo joven debió pasar varias veces por el cuartel de la Guardia Civil y en el pueblo empezó a asistir a una cierta estigmatización que ahora se ha demostrado infundada.

Eugenio D.H., por el contrario, pasaba más inadvertido. Era un joven solitario de Monesterio, cuyos padres se separaron hace años y él prefirió quedarse con su padre mientras su madre se marchaba del pueblo con su hermana. Todos estos años ha vivido con su padre, quien falleció de cáncer hace tiempo heredando dos fincas dedicadas a la explotación de ganado. No tiene demasiados amigos ni guarda relación estrecha con vecinos del pueblo, viviendo solo en la casa que era de su familia. En 2016, cuando ocurrieron los hechos, tenía 24 años y Manuela Chavero 42. No se sabe aún qué ocurrió aquella noche, si se conocían de antemano o tenían alguna relación de amistad. Lo que sí se conoce es que estuvieron juntos esa noche. “Fue un accidente”, señalan algunas fuentes que declaró ante la Guardia Civil al reconocer los hechos en el cuartel de Badajoz. Según lo relatado, un golpe fortuito acabó con la vida de Manuela, después se puso nervioso sin saber qué hacer y acabó por ocultar el cadáver.

Eugenio D.H. estaba en el punto de mira de la Guardia Civil, de ahí que decidiera un tiempo abandonar el pueblo viéndose intimidado y se dedicara al transporte de camiones. Este verano, por lo que ha trascendido, alguna persona dejó en el domicilio de Emilia Chavero, la hermana de Manuela, una carta anónima con datos incriminatorios acerca de Eugenio D.H. Emilia entregó el escrito a la UCO, quien siguió con sus pesquisas, realizando incluso una nueva reconstrucción de los hechos en el domicilio de Manuela, simulando con un coche un secuestro de la desaparecida grabándolo con una cámara. Ahora se sabe que la Guardia Civil pretendía mostrar a Eugenio D.H. que seguía en la tarea de encontrar a Manuela, buscaba un punto de nerviosismo que le hiciera cometer algún fallo.

En la noche del jueves se precipitaron los acontecimientos y se llevó a cabo la detención. Está decretado el secreto del sumario, pero por lo que ha trascendido Eugenio D.H. confesó los hechos y condujo a los agentes al lugar donde supuestamente enterró el cadáver de Manuela el mismo día o al siguiente de su desaparición. La Delegación del Gobierno en Extremadura informó ayer de la aparición de unos restos óseos y esta mañana de su traslado al Instituto de Medicina Legal de Badajoz. La familia y Monesterio entero esperan el resultado de este estudio, es la página que falta para cerrar esta historia y poner punto final a un puzle de hechos, pesquisas e indicios que empezó a construir la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil hace 4 años, aquella noche del 4 al 5 de julio en la que desapareció Manuela Chavero sin dejar rastro.