El otoño llena de múltiples colores el entorno, especialmente en zonas donde la existencia de árboles de hoja caduca es importante, como ocurre en la zona donde se encuentran ubicados los populares Castaños de Calabazas , en Castañar de Ibor (Geoparque Villuercas-Ibores-La Jara). Por otro lado los sonidos naturales del campo en esta época del año acentuan su tono y aumentan la variedad. Parece como si quisieran anunciar el último estertor de la naturaleza, antes de que llegue el frío invierno que todo lo hiela y lo vuelve casi monocolor. Pero hasta que ese momento llegue los montes que arrugan la superficie plana de la provincia de Cáceres ofrecen infinidad de lugares paradisíacos donde perderse. Uno de estos sitios privilegiados es el de los denominados Castaños de Calabazas , en Castañar de Ibor.

Se trata de un conjunto de diecisiete castaños monumentales y un quejigo, que ostentan el título de Arbol Singular , otorgado por la Red de Espacios Naturales Protegidos de Extremadura (Renpex). Además, no muy lejos de allí, el Geositio Chorrera de Calabazas , constituye un espectacular salto de agua en la garganta del mismo nombre, mientras su curso se encamina hacia el río Gualija. El itinerario, de algo más de 7,5 kilómetros de longitud, de gran valor ecológico, atraviesa un bosque caducifolio de castaños y melojos que a estas alturas del año luce sus mejores galas, con una explosión de color que lo hace aún más atractivo. Además el senderista puede hallar otras especies arbóreas, entre las que se encuentran encinas, alcornoques, quejigos, enebros y ejemplares del emblemático loro (prunus lusitánica), que en las sierras del geoparque alcanza una población próxima a los ocho mil ejemplares. En distintas partes del recorrido pueden observarse extensas casqueras. El último kilómetro, que conecta los castaños con la chorrera, discurre por una estrecha y pedregosa senda, junto al cauce de la garganta.

Durante el trayecto, el caminante tiene la opción de realizar paradas interpretativas, meditando sobre el espacio visitado, la formación del geositio Chorrera de Calabazas y la biodiversidad del territorio, que todo lo envuelve, en un halo de frescor y esparcimiento natural.

Por último, el viajero puede identificar las especies de flora que van apareciendo, contemplar aves y otros animales, con la ventaja de que se trata de un recorrido fácil, que aúna belleza y valor ecológico.