Imaginemos que las frases que decimos se pudieran clasificar en dos conjuntos. El conjunto de los enunciados, que los podemos llamar juicios de hecho (conjunto A), donde se encuentran aquellas frases que son o verdad o mentira para la comunidad en la que vives. Por ejemplo: Esto que estás leyendo es un periódico. El otro conjunto es el conjunto de las valoraciones, que lo podemos llamar juicios de valor (conjunto B). Por ejemplo: Este periódico es excelente.

Me interesa el conjunto B, donde las frases no son ni verdad ni mentira. Son fundadas o infundadas. En este conjunto B existe un subconjunto donde creemos que las frases si son verdad o mentira a pesar de estar dentro del conjunto B. Este es el subconjunto de las creencias. Es decir, son frases que nuestra mente ha pasado al conjunto A, a pesar de estar en el conjunto B. Y esto nos puede causar problemas ya que en este subconjunto, cualquier acción posterior alimentará esa creencia. Me explico. Yo tengo una creencia: "Los catalanes son unos agarrados". Al terminar de cenar con un gran amigo catalán, Sergi, pueden ocurrir tres cosas:

1) Pago yo. Pienso que los catalanes son unos agarrados.

2) Pagamos a medias. Pienso que Sergi no es capaz de invitarme y por tanto que los catalanes son unos agarrados.

3) Paga él: Pienso que "algo querrá", porque los catalanes son unos agarrados

Repito, cualquier acción alimenta la creencia. Qué importante es conocer el lenguaje. Ya podría explicar el sistema educativo a Antonio y a Juanjo esto de las creencias en vez del lexema. O además del lexema. Es decir, más lenguaje y menos lengua en las escuelas.

No quiero dejar a medias esto del lenguaje. ¿Se pueden gestionar las creencias? Cómprate el próximo domingo el periódico. Por cierto, siempre pagaba Sergi. Parecía que no era catalán.

Y tú, ¿conoces las creencias que están limitando tu vida?