Sobre el calendario, la temporada de caza mayor arrancaba ayer sábado y la de caza menor lo hará mañana lunes. Es lo que establece la Orden General de Vedas en Extremadura, aunque la realidad se imponga con condicionantes que dejan muchas dudas en el horizonte, sobre todo en el caso de la caza mayor. Las orgánicas y empresas vinculadas al turismo cinegético están ya acusando las primeras cancelaciones, como consecuencia de la pandemia del covid-19 y de las restricciones impuestas en muchos casos para frenar la expansión de los contagios. De momento, en el sector cinegético dudan de que la temporada pueda arrancar con cierta normalidad antes de noviembre, asumen que habrá anulaciones en cascada y en muchos casos dan el primer tramo de la campaña casi por perdido: «si se llega a cazar el 50% de lo que se cazó el año pasado será todo un logro», augura Ignacio Higuero, presidente de la Asociación de Profesionales de Caza de Extremadura (Aprocex) y empresario del sector.

La palabra clave sobre las perspectivas de la temporada es «incertidumbre». Las empresas razonan que es complicado planificar una temporada de cuatro meses sin saber cómo va a evolucionar la pandemia y al mismo tiempo reconocen que el temor a los contagios también está retrasando las reservas hasta el último momento. Con eso, la mayoría de orgánicas está optando por reducir la oferta de acciones con el objetivo de concentrar la demanda y al menos amortiguar las pérdidas que dan por seguro que se acumularán este año. «Asumimos que las pérdidas van a superar a los beneficios. Para el mes de octubre, muchas orgánicas están anulando todas las citas previstas o bien las están aplazando con la previsión de que la situación mejore y se puedan desarrollar las monterías en el último tramo de la temporada», apunta Higuero. «Nosotros hemos suspendido todas las de octubre y tendremos en noviembre las primeras monterías», añade.

El cierre decretado en Madrid cuando se ultimaban los preparativos del inicio de temporada (anulado el jueves y reanudado un día después al decretarse el estado de alarma allí) se ha llevado por delante buena parte de las previsiones de las orgánicas y también las sociedades locales. De hecho, a la par que las monterías se aplazan, muchas sociedades también están posponiendo el inicio de la actividad. La razón principal es que buena parte de los aficionados que vienen a cazar a Extremadura proceden de la capital o bien son extremeños que trabajan fuera de la región pero vuelven durante la temporada a cazar a sus pueblos. «No se puede mantener la actividad solo con el cazador local», señalan los empresarios.

Cierre de Madrid

«El año pasado organizamos diez monterías y este año no contemplo más de seis. La situación no está clara y están cerrando muchas comunidades autónomas; así que va a ser un año raro y salvar la temporada se va a convertir en todo un logro», aventura el empresario Ramón Morales que lleva cuatro años al frente de la orgánica Cinegética Morales. La primera de las monterías de este año la ha convocado para el 24 de octubre, pero no sabe aún si será posible sacarla adelante. Hay clientes de toda España, pero muchos de ellos proceden de Madrid y el cierre de la capital durante los próximos 15 días ha abierto interrogantes: «muchos nos dicen que no saben si podrán desplazarse en esa fecha», explica.

Los primeros datos de las autorizaciones otorgadas por la Consejería de Agricultura y Desarrollo Rural corroboran el bajón que acusan los promotores. Para esta temporada han solicitad autorización hasta el momento 468 monterías, lo que supone una caída del 49,5% respecto a los datos del año pasado en cuanto a las citas convocadas. De esos permisos hay 118 que ya se han autorizado y otros 180 pendientes de autorización, que aún podrían quedar anulados. La caída se nota más en la provincia de Badajoz, donde hasta el momento se han recibido autorización para 212 monterías, frente a las 600 peticiones que se recibieron en la temporada anterior.

«Estamos preocupados, porque desde el sector se está trabajando bien, con todas las medidas oportunas y con protocolos en las monterías para garantizar la seguridad de los participantes», señala el presidente de la Federación Extremeña de Caza, José María Gallardo. El principal temor es que no puedan llegar hasta la región todos los aficionados que están fuera, ya sea por restricciones aquí o en sus territorios. La Real Federación Española de Caza ha llegado a proponer que todos aquellos que no estén en un círculo de rastreo puedan tener movilidad «igual que si fueran a trabajar», apunta Gallardo. El argumento es que si la temporada de caza se paraliza, «el problema económico y cinegético va a ser importante. «Y esta no es una actividad que se pueda retomar en marzo porque afectaría al periodo de cría», recuerda.

En 2021

Ante la incertidumbre, muchas acciones previstas para estas primeras semanas se plantean posponer hasta el último tramo de la temporada si mejora la situación. «Si pasa eso no va a dar tiempo a concentrar tanta actividad», apunta Javier Mejías, delegado en Extremadura de la Asociación Española de Rehalas.

En torno a la caza se mueven muchas otras actividades que dinamizan la economía rural en los cuatro meses de temporada. En el estudio anual que publica la Federación Extremeña de Caza se estima que el impacto económico de la actividad supera los 380 millones. No es solo la organización de la montería, sino también el resto de actividades complementarias: restauración, hoteles, licencias, rehalas, cárnicas, equipos veterinarios...

«Nada ayuda este año», lamenta Ignacio Higuero. Y todo está relacionado. A los problemas para sacar adelante las distintas acciones se une la escasa rentabilidad que dejará la venta de la carne, una de las actividades que habitualmente aúpan los beneficios. La caída en las exportaciones (el 95% de la carne de caza se exporta a países como Alemania) y el parón en la restauración han hundido los precios: «lo que el año pasado se pagaba a 4,5 euros no pasa este año de 50 céntimos», lamenta el empresario Ramón Morales.