Hace cincuenta años, Celestino Corbacho Chaves (Valverde de Leganés, 1949), subió a un tren lento y destartalado en Badajoz y encaró el futuro casi sin mirar atrás. Tenía 14 años y una autorización que su padre había firmado ante la Guardia Civil para que pudiera viajar solo hasta el otro extremo de España. En Barcelona le esperaban dos de sus cinco hermanos, otro paisano y una habitación con derecho a aseo y bocadillo en una pensión por la que pagaba 400 pesetas (2,40 euros) a la semana. Al día siguiente de su llegada encontró trabajo de peón de albañil y desde entonces no ha parado de construir una vida que le llevó pronto a la política. En 1976 ingresó en la Federación Catalana del PSOE, que se integró en 1978 en el PSC. En 1983 se convirtió en concejal de Urbanismo de Hospitalet (Barcelona), donde ha residido la mayor parte del tiempo desde que llegó a Cataluña. Fue teniente de alcalde, portavoz del grupo municipal, responsable de Programación, Planificación y Presupuestos Municipales, hasta que en 1994 fue elegido alcalde de la que es la segunda ciudad más poblada de Cataluña. En los 14 años que estuvo al frente del Ayuntamiento de Hospitalet, Celestino Corbacho dio la vuelta a la ciudad: propició la llegada de reconocidos arquitectos de todo el mundo que diseñaron el recinto que acoge la mayoría de los certámenes de la Fira de Barcelona, hasta espectaculares rascacielos de oficinas y hoteles que han dado un impulso económico y laboral a aquella localidad de aluvión de inmigrantes del sur de España. Presidente de la Diputación de Barcelona entre 2004 y 2008, fue nombrado por José Luis Rodríguez Zapatero ministro de Trabajo e Inmigración (2008-2010). De aquel muchacho que subió al tren en Badajoz queda la viveza de la mirada y su capacidad para amoldarse a cualquier nueva situación. En el patio lateral del edificio que alberga el Parlamento de Cataluña, donde comenzamos la entrevista, se cruza con Marina Geli, una de sus tres compañeros del PSC que el pasado 16 de enero rompieron la disciplina de voto y apoyaron la propuesta de Artur Mas para reclamar la organización un referéndum de autodeterminación.

--¿Cómo está viviendo personalmente el conflicto dentro del PSC?

--Yo dije una cosa que en Cataluña tuvo cierto revuelo y es que el PSC nunca ha sido un partido independentista y nunca lo será. Porque es contradictorio con la propia raíz del partido, con los valores que defiende. Por lo tanto, el independentismo y el nacionalismo son dos conceptos que no caben dentro del Socialismo. Ahora bien, puedo entender que en una sociedad tan convulsa como la que estamos viviendo, pueda haber una persona que por circunstancias diversas, llegue a la conclusión de que está más próxima de las tesis soberanistas e independentistas que de las que representa el Partido Socialista. Entonces él o ella tendrán que mirar cuál es su espacio político porque el PSC, en ese sentido, en lo esencial, no va a cambiar.

--¿Cómo se llega en Cataluña a ese riego de ruptura?

--El stablisment de España, que no los españoles, debe intentar comprender que Cataluña necesita una respuesta a dos realidades: una, es un sentimiento de pertenencia nacional. La sentencia del Tribunal Constitucional fue miope al no entender que Cataluña debía tener un reconocimiento. Y la segunda cuestión es que tiene que haber un sistema de financiación justa, por el que Cataluña, pero también Baleares o Madrid deban contribuir solidariamente a otras partes del territorio del Estado con menos capacidad económica, al igual que España fue receptora de los fondos de cohesión por parte de la Unión Europea. Y lo que importa en Extremadura no es tanto que sea receptora de una parte del presupuesto de otras regiones, sino que se desarrolle una industria ligada a aquello que produce Extremadura, para que llegue un momento que de una manera natural, adquiera un nivel de renta suficiente como para no tener que depender de nadie. Ese el objetivo. Como decías, son los dos conceptos -identidad y financiación- que el Estatuto del 2006 intentaba resolver, pero que la sentencia del Constitucional laminó. Aquella sentencia se leyó muy mal en Cataluña porque aquel Estatuto ya se había votado en referéndum.

--Pero la Constitución también había sido también votada y aprobada en referéndum en Cataluña.

--Sí, sí, claro.

--¿O es que la Constitución no tiene valor?

--Sí, claro que tiene valor. Pero la Constitución no la podemos convertir en las tablas sagradas de Moisés.

--¿Y el Estatuto sí?

--No. El Estatuto de Autonomía del año 2006 fue un intento de que algunos problemas que habían quedado pendientes en la Transición, por razones obvias, se pudieran abordar y conformar una relación estable y permanente entre Cataluña y España, en un marco constitucional y estatutario. Aquel Estatuto del 2006, más que la parte resolutiva, tenía algunos párrafos del preámbulo que eran más simbólicos que otra cosa. Y eso se eliminó. ¿Qué problema existe si hay gente que considera que Cataluña es una nación? Pues diga usted que 'España es la gran nación de las naciones'. Creo que no hay que contraponer un concepto a otro. Yo le garantizo que no voy a ir por la calle con una pegatina que ponga 'Somos una nación'. Pero si alguien tiene ese sentimiento, pues bueno, vamos a reconocerlo.

--Pero al final eso que llama usted "un sentimiento" se está sustanciando en la actualidad en un concepto político que argumenta que "una nación necesita un Estado". ¿No sienten ustedes haber sido compañeros de viaje de Esquerra Republicana de Catalunya en aquellas circunstancias, con aquel Estatuto y, digamos, haber pavimentado el camino a la situación actual?

--Yo creo que quien más independentistas ha creado en Cataluña es el PP y lo siguen haciendo. Cada vez que alguien del PP abre la boca, aquí salen independentistas de debajo de las piedras. Y el culpable de lo que está pasando en Cataluña es el PP. Cometieron la torpeza de hacer campaña en Andalucía y en otros territorios en contra del Estatuto de Autonomía de Cataluña, lo llevaron al Constitucional... en cambio no llevaron el de Valencia, que tiene los mismos artículos. Y eso generó en el resto de España cierta desconfianza de lo que se estaba pretendiendo en Cataluña y, por otro lado, un caldo de cultivo en Cataluña para decir "España no nos quiere, pues nos vamos".

--Pero el "proceso de transición nacional" que describe Artur Mas, ¿cree usted realmente que es un producto de la política del Partido Popular?

--No, yo creo que el origen está ahí, en el error tremendo que lleva el Partido Popular con el Estatuto de Autonomía. Si no, hoy tendríamos un marco jurídico que sería el Estatuto de Autonomía del año 2006 y no estaríamos así. Otra cosa diferente es que, a partir del año de la sentencia, en 2010, en Cataluña se empieza a crear un caldo de cultivo donde hay muchos ciudadanos que no se ven reconocidos en sus intentos de conformar parte de una realidad que es España, que se les reconozca y respeten aquellos sentimientos y conceptos que ellos defienden.

--¿Cómo se respetarían o se reconocerían esos sentimientos a juicio del PSC? ¿Cómo se sustanciaría en una forma de Estado en el que ambas visiones sean compatibles?

--El status quo actual no sirve. Hay que cambiarlo, no pasa nada. Llevamos más de 30 años con una Constitución que ha dado muy buenos resultados, con un Estado autonómico que yo creo que no tiene marcha atrás y ha llegado el momento de hacer una revisión y ver exactamente ese Estado, que no le llamamos federal pero que es 'cuasi' federal. Veamos las competencias del gobierno central, vamos a blindar competencias en un sitio o en otro y vamos a reconocer realidades singulares a algunos de los territorios. Yo creo que la asimetría tiene que darse en cuanto a las identidades y no en cuanto a los derechos universales, que deben ser iguales. Por ejemplo, por ejemplo en la Sanidad, en las pensiones, en la educación...

--Pero todos esos derechos a los que se está refiriendo, son en la actualidad diferentes en cada parte de España...

--No, no necesariamente.

--Dice que habría que alcanzar uniformidad de derechos, pero el Estado autonómico ha generado una diversificación...

--No, yo me estoy refiriendo a algunos derechos universales, pero lógicamente si Cataluña tiene, por ejemplo, policía propia, que son los Mossos d'Esquadra, Policía Nacional y la Guardia Civil, no se trata de igualarlos a todos ni en funciones ni salarialmente, --cada Administración debe ser responsable de establecer sus propios criterios--.

--¿Qué ha sucedido en el PSC para que tres disputados no compartan la línea oficial y mayoritaria a la hora de abordar su visión para afrontar los cambios que cree que el Estado está necesitando?

--Primera cuestión: nosotros no vamos a hacer un seguidismo de la política de los señores Mas y Junqueras. Tenemos un proyecto que se diferencia de ellos y del Partido Popular. No apostamos por el inmovilismo del PP y tampoco por la aventura del señor Mas. Ha de haber un espacio en el que, mediante el diálogo, se busque el mínimo común denominador que permita un pacto entre todos para que sea válido para los próximos 30 años. Y eso nosotros lo llamamos reforma de la Constitución hacia una España federal.

--Enuméreme algunos motivos por los cuales usted está en contra de la secesión de Cataluña. No sólo contra la consulta, sino más allá, contra una separación.

--Hablar de separación y de independentismo en el siglo XXI no es el concepto apropiado. Cada vez vamos a ser menos independientes en todo, el futuro pasa por más fusión desde el punto de vista de las políticas y para hacer del continente una Europa más unida, más potente, más fuerte en lo económico y en lo político.

--Pero Artur Mas dice que a eso puede aspirar Cataluña unilateralmente.

--Artur Mas está engañando a la población, está explicando un modelo idílico que no existe. Si Cataluña se independiza, sale de la Unión Europea y Artur Mas puede decir lo que quiera, pero eso es lo que dicen los tratados de la Unión Europea. ¿Puede volver a pedir el ingreso una Cataluña independiente? Claro que puede hacerlo. Pero Kosovo lleva diez años en la cola de espera. Y una Cataluña fuera de la Unión Europea tiene repercusiones muy negativas. Cataluña tendría que pedir autorización al Eurogrupo para que le permitieran la utilización del euro. Pero Cataluña no formaría parte del Eurogrupo, por mucho que diga el señor Mas o el señor Junqueras. Están mintiendo. Y una Cataluña independiente, lo que no dicen los independentistas, es que tiene que montar un Estado nuevo. Tiene que nombrar como mínimo 100 embajadores y 100 embajadas. Tienen que montar un ejército o pagar una cuota a la OTAN y tienen que vigilar sus fronteras. Y todo eso tiene unos costes económicos y Cataluña no tiene un sistema financiero propio. No acepto que me digan que me van a llevar al mundo idílico, al mundo ideal si Cataluña se independiza.