Un centenar de restauradores y periodistas especializados analiza en el Real Monasterio de Guadalupe la cocina monacal y la de fusión, con el objetivo de experimentar la riqueza de los sentidos a lo largo de los siglos. El director general de Turismo, José Villa, define la gastronomía como "el placer de las emociones y las sensaciones" durante la inauguración de estas jornadas, encuadradas en los actos conmemorativos Guadalupe 2007. Año Jubilar.Según recoge la agencia Efe, Villa recuerda que los monasterios jugaron un gran papel en el desarrollo gastronómico del siglo XV, sobre todo con la entrada de los productos que llegaron de América y su incorporación a la cocina monacal que alimentó a los frailes. Como ejemplo señala el pimiento, del que se sacó el pimentón, que se aplicó en los guisos que desarrollaron un nuevo tipo de comida y que luego se trasladó a la alimentación diaria, no sólo para los frailes, sino también para los enfermos y peregrinos que acudían al Monasterio. Lo que fue antes una cocina con productos básicos para alimentarse, se ha convertido en una práctica para saborear y degustar, además de ser un gran producto turístico "que hay que intentar conservar, como los monumentos, para que se queden como están y no se alteren". Por su parte, el jefe de secciones de Denominaciones de Origen y representante de la Dirección General de Comercio de la Junta, Julio Espinosa, observa que las denominaciones de origen extremeñas aportan a la cocina de calidad de hoy "el secreto que la hacen diferente y singular, llena de sabores únicos". En su opinión, estos productos están íntimamente ligados con los recursos, la naturaleza de donde proceden y sus habitantes.