El coronavirus no ha afectado a los cerezos pero ha dejado secuelas en su distribución e incertidumbre en el sector. Lo cuenta José Antonio Tierno Parral, quien desde finales de febrero es presidente de la Agrupación de Cooperativas Valle del Jerte, que engloba a las 16 cooperativas de base, repartidas entre las comarcas cacereñas del Jerte y la Vera.

Este año los agricultores han tenido problemas para encontrar mano de obra. «Antes disponían de temporeros que contrataban, tanto de España como de otros países de la Unión Europea y África. Con las restricciones decretadas para los traslados, se han producido dificultades», explica el responsable de la agrupación.

Entonces se creó una bolsa para que trabajadores y propietarios de las explotaciones contactaran entre ellos. La mano de obra finalmente se ha conseguido. Son 2.500 personas para el campo y alrededor de 1.100 para la central: es decir, 3.600 empleados. Los de la central suelen ser de poblaciones cercanas; en el campo hay españoles y extranjeros, aunque este año la mayoría son de la geografía nacional porque han encontrado menos problemas para su desplazamiento.

Temporeros con residencia

José Antonio Tierno Parral insiste en que todos se rigen por el convenio del campo y que no existe discriminación con la población extranjera. Dice que el cultivo suele centrarse en explotaciones familiares y que, además, durante la crisis la dependencia de mano externa está siendo aún menor, aunque siguen existiendo temporeros extranjeros que tienen su residencia fijada en España, «y han continuado viniendo».

Otro de los problemas colaterales a causa del covid-19 será el de las exportaciones. Es cierto que no hay impedimentos, pero el transporte entre los países comunitarios se ha encarecido. «La costumbre era que el camión salía de Extremadura cargado de cerezas y regresaba con otro producto de países como Alemania o Reino Unido. Ahora vuelven de vacío. Estamos hablando de pérdidas de 1.500 euros por camión», apunta Tierno Parral.

La lluvia ha sido, junto al ‘bicho’, otro de los inconvenientes que ha puesto en jaque al sector. Los cooperativistas partían de unas previsiones de producción que al final se han ido recortando. La media era de 17 a 18 millones de kilos y ahora se reducirá a entre 13 y 15 millones. Aún así, la cereza llegará a multitud de países como Italia, Holanda, Portugal, Francia, Alemania, Dinamarca...

No obstante, es la campaña «de mayor incertidumbre de nuestra historia», advierte el presidente. «No solo se trata de la climatología, sino del nuevo escenario que impone unas medidas de seguridad, de distancia, tanto en el campo como en las fábricas. A ello se añade la incógnita de cómo se van a comportar los consumidores», señala.

Es un proceso que se inicia con el cultivo y termina con la entrega de la cosecha en los almacenes de recolección hasta que pasan a la central, donde la cereza se calibra, envasa y envía a los clientes. La campaña comenzó el 21 de abril y se prevé que concluya a mediados de julio.

Curiosamente en La Vera Alta no hay toros cuando celebran sus fiestas, y donde no hay toros no hay cerezas. Lo apostilla el periodista Faustino Martín, con la sagacidad que le caracteriza. Cita el listado de ocho municipios veratos donde sí hay cerezos: Arroyomolinos, Pasarón, Torremenga, Jaraíz, Collado, Garganta la Olla, Cuacos de Yuste y Aldeanueva.

En todos ellos el cultivo será menor al de otros años por las lluvias que cayeron cuando los árboles estaban en plena floración. «Cada dos días caía un chaparrón, no llovía en cantidad, pero sí de forma continua. El agua no llegó a las fuentes y los arroyos, pero eso hizo crecer mucha hierba y diezmó la cosecha de todos los frutales, como los melocotoneros, por ejemplo», subraya Martín.

Hay agricultores en La Vera que están buscando a gente para recoger el cerezal a medias. Es una modalidad que consiste en que el propietario de los cerezos los prepara, cultiva, cura y abona durante el año; luego busca a vecinos que le ayuden en la recogida y dividen al 50% los beneficios que obtienen. Pero la mano de obra española es difícil de encontrar. Sucedió el año pasado con la recolección del pimiento en el Tiétar, donde muchos jornaleros procedían de Marruecos o Rumanía.

En abril ha llovido en Aldeanueva de la Vera tres veces más de lo normal y eso ha beneficiado al campo. Sin embargo, el agua de marzo ha reducido la producción. Si el tiempo se mantiene como hasta ahora la cosecha final «podrá ser un paseíllo, con menos cereza pero de buena calidad. Si llueve intensamente, la cereza se rajará», sostiene Martín.

Por su parte, Emilio Sánchez, presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Cereza del Jerte, que incluye a cinco variedades de esta fruta: ambrunés, pico limón, pico negro, pico colorado y la cereza navalinda, reconoce que las lluvias han mermado la producción. No cree que las exportaciones se vean afectadas, aunque destaca que es probable que la venta se reduzca, «también por las limitaciones en los mercadillos».

El sector sigue cruzando los dedos admitiendo que ante las circunstancias derivadas de la pandemia, «no sabemos qué pasará de aquí a un mes».