Ni Navacerrada, ni Sierra Nevada, ni Teruel, ni el Pirineo oscense. La temperatura mínima estuvo ayer en la meseta cacereña y fue impropia de un mes de julio en esta zona; de hecho fue gélida: cero grados, al menos sobre el papel. Porque la noche que recogió la estación de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Trujillo poco tenía que ver con la noche (real) que pasaron los trujillanos. Según los datos de la agencia oficial, la temperatura se había desplomado en la localidad a última hora de la tarde del lunes desde los 35 grados y se mantuvo en valores propios de los días más crudos del invierno hasta bien entrada la mañana del martes.

No es propia una noche de verano a cero grados en Extremadura. De hecho no hay registros de que se haya dado en la región a pesar de que según mostraba la Aemet, el termómetro no había levantado de ahí hasta las once de la mañana, cuando las temperaturas se disparaban de nuevo más de 30 grados hasta situarse en los 30,9 de las doce de la mañana, ya sí en valores propios de un mes de verano. El falso registro histórico no tardó en correr por las redes sociales.

En la web

¿Qué ha pasado? Pues un simple error en la observación o un problema de comunicación entre la estación meteorológica y el centro de datos de la Aemet. "Son máquinas y están al aire libre", justifica Marcelino Núñez, delegado territorial de la Aemet en la región. Recuerda que los datos que se publican solo se someten a controles automáticos, "por lo que no puede garantizarse la ausencia de errores", tal y como se advierte en la página web de la Aemet que ofrece toda la información meteorológica en tiempo real.

En la delegación extremeña atribuyen todo a un fallo de la estación meteorológica de Trujillo y no ocultan la sorpresa. No ven otra explicación, porque no se ha encontrado ninguna avería, pero es evidente que la temperatura que ha registrado no fue la misma que sintieron los trujillanos entre las 20.00 horas del lunes y las 11.00 horas del martes, cuando han vuelto a aparecer valores reales.

"Puede que no haya registrado datos y que lo haya interpretado como cero, que haya fallado el sensor", apunta Núñez, o también "que se haya producido un fallo en la comunicación entre el la estación y el receptor", añade el responsable de la agencia oficial en la región, que subraya que es "imposible" que se haya registrado, aunque sea por un instante, la temperatura que representan las gráficas. De hecho, la estación de Cáceres, la que más se asemeja a la de Trujillo porque se encuentra igualmente en la meseta, el valor mínimo que registró en la madrugada del martes fue de 22 grados.

También el viento

Este tipo de fallos no son frecuentes, pero el caso de Trujillo tampoco es excepcional. Hace un año, otros sensores de la región que miden la velocidad de las rachas de viento y que se guían por el sonido, arrojaron también valores desproporcionados. En esta ocasión el motivo fueron unos pájaros que se posaron en la estación y la máquina confundió la algarabía con rachas de gran intensidad, según explican.

Las estaciones meteorológicas tienen que ser lo suficientemente resistentes para soportar desde los 40 grados que se pueden registrar ahora fácilmente en la región, como las heladas (de verdad) de los meses de invierno; pero al mismo tiempo deben ser muy sensibles para que los datos sean fiables. "Y lo son", insiste Núñez, que apela a la prudencia a la hora de trasladar los datos que sirven de forma automática las estaciones. Como entonces sucedió con el viento, el falso desplome de temperaturas de ayer no dejará huella en los registros históricos en Trujillo, aunque ayer las gráficas siguieran empeñadas en mostrar una noche de verano glaciar en la meseta cacereña. Por la tarde, ese gráfico y los datos se esfumaron. Como un mal sueño de verano.