Maranchón es un pequeño pueblo de 290 habitantes en el corazón de Guadalajara que Iberdrola, empresa que promueve un complejo de parques eólicos en la zona, pone como ejemplo del revulsivo que para los municipios sin alternativas económicas supone la instalación de aerogeneradores. Ahora que el debate en Extremadura está más abierto que nunca, este periódico ha querido conocer sobre el terreno un caso concreto de las repercusiones económicas que tienen los molinillos sobre las arcas locales. "El aire nos ha venido muy bien en Maranchón", resume Jesús Negrillo, teniente de alcalde.

Las cifras que maneja el Ayuntamiento de Maranchón pondrían los dientes largos a cualquier alcalde. El pueblo, con apenas 180.000 euros (30 millones de pesetas) de presupuesto anual, acaba de recibir un cheque eólico de 3,2 millones de euros (532,4 millones de pesetas) de Iberdrola en concepto de licencia de obras por el complejo eólico que se construye en su término municipal: seis parques contiguos que suman 82 aerogeneradores de dos megavatios de potencia cada uno.

A esta cantidad habrá que sumarle los 4.000 euros de canon anual que pagará Iberdrola a Maranchón por aerogenerador más los ingresos, aún sin cuantificar, por IBI e IAE. De los seis parques, dos ya están terminados. Maranchón va a multiplicar al menos por tres su presupuesto anual. Además de los ingresos directos, Iberdrola contratará a un operario de mantenimiento por cada 10 molinillos y se dará prioridad a los aspirantes de la zona.

La alcaldesa, la socialista Maribel Gotor, reconoce que en Maranchón "no hay nada". La riqueza paisajística y económica es muy limitada. "Hay tres bares, una gasolinera, una tienda, dos casas rurales..." y poco más. Pero hay viento, mucho viento. Los municipios del norte extremeño están muy interesados en albergar parques, ya que los ingresos por canon supondrían un alivio importante ante la delicada situación de las arcas locales.

Gotor sostiene que a Maranchón le ha venido Dios a ver con la energía eólica y enumera en qué se empleará el dinero. "El principal problema que tenemos es de suministro de agua. Vamos a renovar totalmente los 12 kilómetros de conducciones. La red de alcantarillado está muy mal y se va a cambiar". Además, hay que mejorar el alumbrado público y el asfaltado de las calles, "que está fatal". Maranchón es un pueblo con inviernos rigurosísimos y nevadas de un metro de altura, pero en verano eleva su población a 4.000 personas.

Hasta ahora no había posibilidad de acometer estas mejoras. "La situación económica hasta ahora era muy mala. Con las subvenciones que recibíamos poco se podía hacer. Los recursos estaban bajo cero y no había dinero para hacer nada", recuerda la alcaldesa. "La gente del pueblo está contenta. No han puesto pegas a los aerogeneradores, salvo una minoría que no los quiere", añade Gotor.

La regidora anima a los municipios que puedan a instalar parques eólicos, siempre y cuando el impacto medioambiental no sea excesivo. "Es que aquí no tenemos otra cosa, tenemos que ser realistas. Además, la energía la necesitamos todos", comenta. En Extremadura, la Junta exige a las compañías crear tres puestos en industrias afines por megavatio de potencia eólica instalada y ha restringido mucho, según las empresas, el terreno donde se podrán instalar los parques.

Los 82 aerogeneradores que se instalan en el complejo de Maranchón son del modelo G-87. La G significa Gamesa Eólica, la empresa fabricante, y 87 son los metros del barrido de la hélice (el diámetro de la circunferencia que describen las palas, el equivalente al largo de un campo de fútbol). La altura del poste son 67 metros. Según explican fuentes de Iberinco, la filial de Iberdrola encargada del montaje del complejo eólico, estos molinos de dos megavatios son los de mayor potencia que se han instalado hasta ahora en España.