TAthora que parece que la lluvia amaina y las nubes se nos ponen de un azul diáfano invitándonos a salir al campo con la familia o con los amigos y "embucharse" unas chuletas a la brasa. El campo está espléndido. Pero se me viene a la testa. "Lleva usted razón, aquí lo de las chuletas a la brasa en el campo es fundamental, hay que pisar estos alcornocales para entenderlo", me dijo hace años un profesor alemán después de tomarse unas cuantas chuletas y unos tintos en el mes de mayo. Después de tener la andorga bien repleta pretendía que nos metiéramos en una charla científica de la conferencia que debía dar al día siguiente. ¡Ahí es ná!, a las cinco de la tarde, a las cinco en punto de la tarde, el deutsche quería ponerse a elucubrar, cosa que tardó poco en darse cuenta que tal propósito era insano, y de ahí vino el decirme que bendita cosa era el sestear.

Pero si nos pusimos a entablar conversación sobre cocina, y estaba muy interesado en la de aquí, que en el tiempo que anduvo por estas tierras había oído hablar mucho y bueno, hasta tal punto que terminó comprando unos libros de cocina extremeña. Era un alemán que nos entendía, pues durante varios años había estado de profesor en Toledo (Paraná, Brasil), y como él decía hablaba el portoñol, una mezcla de español y brasileño. ¡Qué buena salud tiene esta cocina extremeña!, decía a la mínima oportunidad.

XEN ESTOx que al enterarse que yo ejercía de presidente de la Cofradía Extremeña de Gastronomía me dijo que cómo podía entrar en ella. Pero solo fue un deseo, ya que a muy poco tiempo debía volver a su Hannover querido. Lo recuerdo con cariño y en memoria suya he querido recordar aquellas chuletas a la brasa que se metió entre pecho y espalda. En aquellos días también me interpeló "Lo de Cofradía, ¿por qué?", y la respuesta no sé si la entendió, pero le dije: "soy una persona que rinde sacerdocio a los santos Comelo y Bebelo y me gusta atender a los servicios de culto con cierta frecuencia en función de diácono", y mi amigo me asintió a la respuesta y se sonrió como si la entendiera.

En estos días también de romeros las chuletas y sus efluvios levantarán a más de uno el apetito entre barro y lluvia encaramados en las carriolas. Así que las chuletas hermana mucho y ¡qué mejor que tomar unas cuantas chuletas, una buena compañía, un buen vino y tirar al campo para hacer unas brasas y olvidarse de electrodomésticos y los políticos!