Los cibercafés de la región no ocultan que los datos del estudio de la Unión de Consumidores de Extremadura, que dice que la mayoría de estos establecimientos no tienen programas informáticos que restrinjan el acceso a páginas con contenidos violentos, pornográficos, sexistas, racistas u homófobos, sean ciertos. La mayoría de los ciber consultados por EL PERIODICO, sin embargo, responden que sí vigilan que los menores no entren en páginas de contenidos de este tipo, pese a la dificultad que conlleva.

"En mi establecimiento lo que intentamos es, primero, colocar los monitores a la vista. Esta medida es de las más efectivas porque los chavales que quieren acceder a ellas se cortan. Y si no es así, le comentamos que no se puede", contesta Francisco Montes, de Ciberjust en Cáceres.

Una forma de proceder similar es la que se aplican otros ciber como el de Francisco Latorre, dueño de Ciberalia en Plasencia, que afirma que "a los chavales se les nota cuando quieren entrar en esas páginas. Intentan esconderse y es cuando te das cuenta de que allí pasa algo".

En cuanto a la falta de programas informáticos que restrinjan el acceso a contenidos inadecuados para su edad, todos coinciden en que los programas son imperfectos, no son muy eficaces y limitan el acceso del resto de usuarios.

Para el responsable de Cyberia, en Badajoz, "salvar los filtros de restricción de accesos es muy fácil para los que cuelgan las páginas con este tipo de contenidos. Suelen buscar otras maneras de que la gente llegue a ellas mediante palabras extranjeras u otro tipo de cosas". Una explicación que comparten también otros responsables de estos centros que creen que este tipo de filtros impide a otros usuarios acceder a páginas en las que referencias de contenidos inadecuados están en los baners .