La Historia gusta y despierta interés en los lectores. Así lo ha comprobado el profesor e investigador de la Universidad de Extremadura David Porrinas González, cuyo ensayo histórico El Cid. Historia y mito de un señor de la guerra, publicado por la editorial Desperta Ferro, va por la tercera edición en un mes y medio. Figura como uno de los libros más vendidos en FNAC o Amazon.

Doctor en Historia por la UEx con la tesis Guerra y caballería en la plena Edad Media. Condicionantes y actitudes bélicas, Castilla y León, siglos XI-XIII, dirigida por el catedrático de la UEx Francisco García Fitz, David Porrinas siempre se ha sentido atraído por la Edad Media y la caballería medieval.

En su obra define al Cid Campeador como «un señor de la guerra, analítico e inteligente», que fue capaz de articular «un ejército profesional híbrido de cristianos y musulmanes». La estrategia de el Cid es «original», pues «nos encontramos en una época en la que no hay ejércitos profesionales ni permanentes y el Cid consigue articular un ejército profesional», explica el autor en una entrevista. «Es un líder militar, un señor de la guerra, inteligente, analítico, con una gran capacidad de adaptación a circunstancias cambiantes y adversas, y con una visión bélica y estratégica global», asegura Porrinas.

A su juicio, el Cid «aprovecha el estado de debilidad de los reinos de Taifas para convertirse en el único rey de taifas cristiano». De hecho, el Cid «gobierna Valencia durante los cuatro primeros años a la manera de un taifa musulmán, aplicando el derecho y las costumbres islámicas porque no tiene contingente poblacional suficiente para gobernar ese señorío a la manera cristiana». «Necesita a la población autóctona para ser príncipe de Valencia y poder seguir cobrando tributos que necesita para él y los suyos», apunta.

El estudio de esta faceta militar permite conocer, tal como se desvela en el ensayo, los intentos de vasallaje con el Papa para conservar el señorío. Tras la muerte se su único hijo varón en una batalla contra los almorávides, «el Cid da un giro a su actuación política dentro de Valencia y comienza a gobernar a la manera de un príncipe cristiano, bajo la protección de un Papa que directamente nombra un obispo para Valencia».

Sobre si la imagen real dista mucho de la imagen literaria que ofrece Cantar de Mío Cid, Porrina considera que «bastante», pues la del poema es «la de un guerrero idealizado». De hecho, en el Cantar «el asedio de Valencia pasa desapercibido, mientras que muchas de las batallas ampliamente descritas son ficticias».