El olor a palomitas es embriagador. Ese perfume característico hace reconocible a todo cine -aunque no sirva maíz- incluso al doblar la esquina y provoca al menos una ojeada a la cartelera cuando uno cruza la acera. Incluso el que detesta su crujido en la sala no puede evitar recuerdos de la gran pantalla acompañados de su aroma. El solo traqueteo en las taquillas o el rasgueo de los tiques, objetos de colección para muchos, ya es estimulante para cualquier cinéfilo. Sea de donde sea. Parece que el ritual se repite siempre para el deleite de los espectadores que conocen el placer de ver una película sin distracciones, a oscuras. Sin nada entre la pantalla y tú.

A unos días de las fiestas navideñas, un nuevo -y esperado- título de La guerra de las galaxias confirma en su estreno esta semana reconcilia a las exhibidoras y al público con una semana de butacas llenas. La avalancha de asistentes augura buenos números para la secuela en Extremadura. Pero el boom de la saga no corresponde a la realidad diaria, al menos en la región. No todos los extremeños podrán desplazarse para ver la cinta sentado en una butaca azul. De hecho, cada vez quedan menos cines para elegir. En cinco años, las salas en Extremadura han reducido su número a la mitad. De la veintena que había en 2010, quedan once con actividad, según recoge el anuario de la SGAE. El censo del Instituto de Cinematografía y artes audiovisuales (ICAA) las ubica en Mérida, Don Benito, Almendralejo, Badajoz, Cabeza del Buey, Zafra, Coria, Miajadas, Plasencia, Cáceres y Jaraíz de la Vera. Arroyo de la Luz también programa en su cineclub, pero no aparece reflejado en los números oficiales.

Esta desaparición progresiva de salas de exhibición en un periodo de tiempo tan corto está motivada por varias variables, según esgrime Millán Vázquez, presidende de Asociación del Audiovisual de Extremadura (Adaex), un colectivo reciente que aglutina a una treintena de empresas del sector cinematográfico en la región entre las que se encuentran productoras y distribuidoras.

El binomio entre IVA sobre el precio de entrada y la situación de crisis económica que atraviesa el país se encuentran en la cúspide de la escala, arguye Vázquez.En el caso de Extremadura, la densidad de población también influye en las cifras. En ese sentido, el responsable de Adaex hace mención a la dificultad añadida que supone desplazarse a la ciudad en la mayoría de los casos para poder ver una película.

Entre estos tres factores, Millán añade un eje principal: el cambio en los hábitos de consumo provocado por la renovación tecnológica. «Este proceso de digitalización ha creado nuevas formas de ver contenidos», añade. Plataformas legales de exhibición digital como Filmin, Mubi o Netflix se convierten en paradigma del nuevo modelo de negocio. Según cifras oficiales, casi un 10% de los cinéfilos ve películas por internet a través de este tipo de páginas autorizadas.

Al hilo de esa restructuración que ha provocado la era digital, pone de relieve también la otra cara de la hoja: la piratería. Si un 9% de los espectadores consume cine de forma legal, el número se triplica en el caso de consumo ilegal. Un 37% de los usuarios, según estima un informe de Rentrak. De ese porcentaje de accesos ilegales, el 36% se produjo cuando la cinta aún estaba en periodo de exhibición en el cine. Esto se traduce en más de 500 millones de pérdida para las arcas de la industria cinematográfica.

A pesar de los datos de los últimos años, Vázquez muestra optimismo y asegura que el cine tiene continuidad más que asegurada. Eso sí, entiende que la industria a nivel general sufre un «periodo de transición a otros modelos», reivindica inversión, duda de la garantía de los multicines con salas pequeñas y en su lugar, prevé que no les quedará otra que «irse especializando» en contenidos e infraestructuras. En cuanto a las perspectivas en Extremadura, el responsable de Adaex reclama espacio para el material elaborado en la región y reivindica un circuito estable de exhibición de cintas con sello extremeño dentro y fuera de las fronteras.

LA FIESTA DEL CINE, el ‘OASIS’ // Frente a este proceso de cambio, el sector promueve alternativas para acompañar al espectador a la puerta del cine. Entra campañas especiales y descuentos en días alternos, la más notoria y rentable es La fiesta del cine. La propuesta llevó en seis días -tres en mayo y tres ennoviembre - a más de tres millones de espectadores a sentarse en la butaca de 300 cines. Este año, Un monstruo viene a verme dirigida por el español Juan Antonio Bayona ha ocupado el podio de las cintas más vistas. ¿La clave del éxito? Espectadores y el sector coinciden en el argumento: el precio. En La fiesta del cine participaron 300 salas de todo el país.

En España funcionaron durante 2015 algo más de 3.500 salas, un 3% menos que en 2014. De ellas, algo menos de la mitad (1.500) forman parte de un complejo multisala. Por comunidades, Cataluña sigue liderando en solitario el ranking en número de cines. Tiene 145. En 2015 perdió cuatro salas. En ese mismo año, las provincias que más salas perdieron fueron Córdoba -de 14 a 8 cines-, Palencia y Teruel -de 3 a 5 cines- y Toledo -de siete a cinco-.