Extremadura se ha convertido en uno de los destinos preferidos por las cigüeñas para vivir y, sobre todo, para encontrar pareja. Y es que en la última década el número de parejas reproductoras ha crecido en la región un 67%, pasando de las 6.600 contabilizadas en los años noventa a las más de 11.000 parejas registradas en el actual censo, lo que significa que la comunidad extremeña alberga a un tercio de toda la población ibérica.

El VI Censo Internacional de Cigüeña Blanca, elaborado por la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife), y en el que ha participado el grupo ecologista extremeño Adenex, recoge que en España existen 32.923 parejas, una cifra que también supone un máximo histórico y que duplica la de 1994, cuando se contabilizaron 16.643 --el nuevo censo se inició la pasada primavera y ha finalizado este invierno--.

Para Jesús Valiente, coordinador general de Adenex, la proliferación de este ave en la región "tiene su lógica" y responde a diversas causas. "En los años setenta el número de cigüeñas estaba cayendo en picado, fue entonces cuando se iniciaron importantes campañas de concienciación y sensibilización para trabajar en defensa de la cigüeña", asegura Valiente.

Los vertederos

A ello hay que sumar los cambios en las pautas de migración de la especie, con distancias cada vez más cortas en tiempo y espacio, las condiciones meteorológicas en los lugares de cría y de invernada, la aplicación de medidas de conservación y, una de las más importantes, la utilización de los vertederos como fuente de alimentación.

La acumulación de residuos en los basureros proporciona mucha comida a las cigüeñas, lo que incide en una importante reducción de la mortalidad. "Los basureros tienen un efecto guardería, ya que las cigüeñas jóvenes, cuando empiezan a volar, tienen una mortalidad altísima, por lo que si disponen de comida en los vertederos pues pueden estar allí días sin tener que moverse", explica el coordinador de Adenex.

Pero, de la misma forma que han ayudado a consolidar la especie también pueden ser motivo de una nueva reducción del número de parejas, ya que debido al cambio que se ha producido en los últimos años en el tratamiento de los residuos, ya no hay tanta materia orgánica a disposición de estas aves. De momento, todavía se desconoce el impacto que puede tener esto sobre la población de cigüeñas.

Otros factores que también provocan un daño considerable entre la especie son la muerte por electrocución en tendidos eléctricos --aunque esto se está corrigiendo progresivamente-- y la intensificación de la agricultura en el norte de Africa. Porque, a pesar de la creencia popular de que las cigüeñas ya no se mueven de sus nidos, el país africano continúa siendo su lugar preferido para pasar los días más fríos.

"Eso de que las cigüeñas se quedan aquí a pasar el invierno no es cierto, es una cuestión que hay que aclarar, las cigüeñas suelen pasar el invierno en Africa, lo que ocurre es que se ha producido un cambio en sus conductas y ahora se van menos tiempo y de forma más escalonada", sostiene Valiente.