Del núcleo duro más conocido de la Nouvelle Vague, Claude Chabrol (París, Francia, 1930), es sin duda el más prolífico y el menos clasificable de todos. Defensor de Alfred Hitchcock y de Fritz Lang desde las páginas de ´Cahiers du Cinéma´, ha realizado películas que tienen mucho de uno y de otro, por lo que durante años se convirtió en uno de los mejores cultivadores del cine de intriga psicológica. Pero Chabrol se reservó para sí un territorio argumental y un paisaje social: las intrigas policiacas ambientadas en ciudades de provincias de apariencia tranquila y monótona. En este espacio bien delimitado han acontecido algunos de sus mejores trabajos, como es el caso ´La mujer infiel´ (1968), ´El carnicero´ (1969), ´Relaciones sangrientas´ (1972), ´El grito de la lechuza´ (1987) o ´La flor del mal´ (2003). Su pasión es el cine, para el que ha realizado casi 60 películas en 50 años. Q. CASAS